De la sesión en el Parlament lo que más me llamó la atención fueron las caras. Las de Puigdemont, Junqueras y Forcadell eran un auténtico poema. Más que al inicio del nacimiento de su tan deseada República de Cataluña parecía que estaban asistiendo a un velatorio. Y tras la pobre proclamación el apretón de manos (si es que se las apretaron) entre el Presi y el Vice más que un gesto de enorme alegría parecía un "te acompaño en el sentimiento" e "igualmente". Es lo que tiene el tontear con acercarse demasiado a un precipicio para, cuando se está en el borde, mirar atrás y ver que el camino de regreso ha desaparecido hundido por un terremoto. Es lo que le pasó a Puigdemont hace dos días, cuando quiso dar marcha atrás pero no se lo permitieron, porque le hicieron saber que si lo hacía pasaría a la Historia de esa fantasmal Cataluña de los independentistas como un cobarde. Al final a él, a su segundo y a la maestra de ceremonias (entre otros) no les ha quedado más remedio que lanzarse al abismo de la declaración de independencia, que con casi total seguridad no llevará a Cataluña a la independencia, sino a ellos tras las rejas, posiblemente por largo tiempo. Y lo saben. Puede que las masas independentistas no lo sepan, autoengañadas en confundir sus deseos con la realidad. Pero ellos lo saben. Tanto lo saben que no se atrevieron a votar a cara descubierta, sino en votación secreta, es decir, cobarde. Por eso las caras de circunstancias. Porque el abismo se abría delante de ellos para tragárselos vivos.
Y es que Rajoy no está para paños calientes. Ya le han tomado por tonto mucho tiempo. La última vez el mismo Puigdemont el día anterior, con unas negociaciones de ida y vuelta para nada. Y el gallego podrá ser lento para tomar decisiones, pero desde luego de tonto no tiene ni un pelo. Así que ha tomado le decisión de que lo va a demostrar. Y para empezar ha pegado un puñetazo en la mesa que ha hecho temblar los cimientos mismos del independentismo. Y no me refiero al cese de Puigdemont y Cía., que eso lo sabíamos todos. Tampoco a que ya tenga el estratégico control de los Mossos en sus manos. Me refiero a que se ha sacado de la manga el as de la convocatoria inmediata de elecciones. El Parlament a hacer gargaras como posible organo que sirviera para meterle el dedo en el ojo. Los aforamientos a tomar vientos. El discurso de que el el Gobierno de la Nación había llegado a Cataluña para quedarse hasta quien sabe cuando completamente destrozado. Y, lo mejor de todo, el independentismo ante una disyuntiva perversa; echarse al monte y no participar en unas elecciones convocadas en la República de Cataluña por el país extrajero de España, lo que implica perder todas las parcelas de poder real; o agachar la cabeza y aceptar que lo que impera en la comunidad autónoma de Cataluña es la legalidad de España, país del que forma parte esa Cataluña, lo que implica perder toda la dignidad real; dignidad o poder, honra o barcos; dura decisión para este independentismo de tres al cuarto que no sabe muy bien lo que quiere ni desde luego como conseguirlo. La decisión de Rajoy podrá salir bien o mal, eso el tiempo lo dirá, pero por lo pronto me gusta, porque ha dejado completamente descolocado a todo el independentismo catalán; y porque hace que esta partida haya que jugarla a tiempo fijo, contra el reloj, un reloj que ya esté en marcha desde ayer y que tiene una fecha límite,
el 21 de diciembre.
No quiero decir con todo ello que la senda no vaya a ser peligrosa. Los peligros, como comentaba ayer, son muchos y, lo peor, impredecibles. Desde unas masas azuzadas por la extrema izquierda antisistema independentista de la CUP, Omnium y la ANC (ahí es nada) dispuestas a tomar las calles como sea y para lo que sea, hasta que el Govern y, lo que tal vez sea peor, escalones intermedios se declaren en rebeldía y no quieran dejar sus cargos o se nieguen a obedecer las órdenes que lleguen desde el Gobierno de la Nación apoyados en las masas mencionadas antes, pasando por una infinidad de situaciones que es imposible imaginar, y que pueden llegar
a desembocar en hechos verdaderamente dramáticos e incluso trágicos.
Repito, el camino va a ser muy largo y completamente lleno de peligros. Pero al menos ya se ha comenzado a andar, que no es poco. Y creo que el inicio no se ha hecho nada mal. Veremos cual es el rumbo que nos deparan las ajetreadas circunstancias que con toda seguridad se van a producir en los próximos días.
Actualización:
Mariano el intrépido o la independencia que duró tres horas. Extraordinario artículo de Ignacio Varela en El Confidencial. No puedo estar más de acuerdo con el mismo. Lo dicho, genial.
El golpista ha sido recibido como presidente en la television fascista de Cataluña y los del rajao han dicho que no tiene importancia.
ResponderEliminarLa verdad es que los tiempos de rajao y los de mi mala leche,no coinciden.
Coincido con Rajoy. Lo que haga TV3 en este tema o lo que diga Puigdemont no tiene la menor importancia. Lo importante es lo que haga Puigdemont. Por lo pronto está fuera del Palacio de Gobierno de Cataluña (no sé como se llama). Habrá que esperar para ver que pasa.
EliminarPor favor, es el Palacio de la Generalidad. No me diga que no lo sabía. A ver si le dejan entrar mañana.
ResponderEliminarNo, no lo sabía. Gracias por el dato. Vamos a ver si va o no va.
EliminarParece que ya ha trasladado su despacho a Bruselas.
ResponderEliminarEl felón Rajoy ha dejado huir a todo el equipo.
http://www.elnacional.cat/es/politica/puigdemont-bruselas_207525_102.html
Es que esa huida es lo mejor que le podía pasar a Rajoy. Me gustaría ver como se les ha quedado la cara a los indepens que creían en este tipejo. A este paso los constitucionalistas van a sacar mayoría absoluta el 21-D.
Eliminar