Señor Aznar, ¿por qué no se calla de un puñetera vez?

Fue Aznar el que hablaba (supongo que lo sigue haciendo) catalán en la intimidad. Fue Aznar el que se deshizo en elogios a Jordi Pujol (si, ¡a Jordi Pujol!). Fue Aznar el que negoció con ese mismo Jordi Pujol. Fue Aznar el que, después de criticar que el PSOE de Felipe González entregara no recuerdo que parte del IRPF a Cataluña, él subió el porcentaje. Fue Aznar el que humillantemente cedió ante Pujol y desactivó la por entonces potentísimoa oposición del PP catalán liderada por Vidal-Quadras, al que, obediente al líder nacionalista, laminó y lo sustituyó por otro aceptable y no peligroso para el catalanismo. Y fue Aznar el que firmó con Jordi Pujol (repito, ¡con Jordi Pujol!) el vergonzante Pacto del Majestic. En suma, fue Aznar el que colaboró en la siembra de los vientos nacionalistas que ahora se han convertido en tempestades secesionistas.

Y este mismo Aznar es el que se permite torear prepotentemente desde la barrera (mientras que cuando tuvo que hacerlo en el ruedo agachó las orejas ante el Molt Honorable), opinando cada vez que el Gobierno de su (hasta ahora, por lo menos) PP está en una situación más que comprometida, haciendo todo lo posible para apagar fuego tras fuego con gasolina y más gasolina.

Creo haberle leído a Aznar que él tomó aquellas (cobardes) decisiones porque estaba en una situación numéricamente comprometida en el Congreso de los Diputados. Pues puestos a ello la situación de Rajoy es numéricamente mucho más comprometida a la hora de tomar también (cobardes) decisiones que la de Aznar.

Se me dirá que Aznar tiene todo el derecho del mundo a expresarse. Por supuesto. Pero produce un poco (o bastante) de vergüenza ajena leer al que hipocrítamente dice que hay que hacer lo que él precisamente no hizo, dejando cada vez que habla al débil Gobierno (repito, de su partido, todavía al menos) aún más débil. Calladito estaría más mono.