Se llama erosión de las libertades es una breve pero muy jugosa meditación de Miguel Angel Velarde en Facebook. Lo metí en mis favoritos porque me trajo a la mente un texto que quería escribir desde hace tiempo, éste.
Aún recuerdo como hace años debatía en los foros defendiendo a capa y espada la democracia como el mejor sistema de gobierno, prácticamente sin defectos. Fue bonito el sueño mientras duró. Supongo que me caí de la cama de golpe cuando la primavera árabe, la cual vi como un relámpago de esperanza democrática en medio de un mundo lleno de oscuridad teocrática. Argelia, Libia, Iraq, Afganistán, Egipto. Son algunos ejemplos de que la democracia no es solución de nada. Me viene a la memoria la frase que me dijo un buen amigo boliviano de mi juventud, "mi país no está preparado para la democracia." No la compartí, probablemente ni tan siquiera la entendí... hasta que conocí Bolivia. El enésimo ejemplo del fracaso de la democracia lo hemos visto en Venezuela, donde un pueblo harto de corrupción eligió lo que eligió... y hasta el sol de hoy. ¿Pero por qué ir tan lejos? Ahí tenemos el País Vasco, eligiendo democráticamente vez tras vez a los mismos que recogían las nueces de los árboles aporreados por los terroristas. ¿Pero hay que retroceder tanto en el tiempo? Hace pocas semanas hemos visto la democracia catalana, donde una mayoría por los pelos acosa brutalmente a todo aquel que ose discrepar de ella. Y a nivel nacional la cosa no está mejor. Los gobiernos (corruptos) del PSOE y PP legislando cada vez más sobre todos los temas de la vida de las personas hasta límites a veces ridículos.
No, no estoy diciendo que hay alternativa a la democracia. No la hay. Con ser un mal sistema, los demás son peores, mucho peores. Eso está claro. Pero...
Como muy bien se entiende implítamente en el escrito de Miguel Angel Velarde para que la democracia funcione se necesita gente que no sean borregos, sino ciudadanos libres. Y que defiendan esa libertad de las imposiciones de los gobernantes activamente por la vía del voto, cambiando el gobierno cada vez que sea necesario, sin el menor miedo a votar a nuevos partidos que defiendan la libertad para castigar a los antiguos que la han pisoteado.
La democracia es un medio y no un fin, y el fin no es otro que defender la libertad. El día que la democracia se convierte en un fin en sí mismo, la democracia se convierte en un enorme fracaso. Y eso sucede constantemente, en muchos países.
Por eso es por lo que cada día creo menos en la democracia, que al fin y al cabo es una cosa colectiva, y cada día creo más en la libertad, que al fin y al cabo es una cosa individual. Porque, no sé por qué será, nunca me gustó jugar al fútbol, sino que siempre me encantó jugar al tenis.
Como ya le he comentado otras veces, sus razonamientos están condicionados por una errónea concepción de la “democracia”. Asimila esta forma de gobierno a cualquier régimen que requiera cierta forma de refrendo o legitimación popular mediante votaciones más o menos periódicas. Confunde la característica procedimental mediante la cual el pueblo designa a sus representantes o cargos ejecutivos en una democracia representativa con la característica esencial de dicha forma de gobierno, a saber, la representación política del elector en la asamblea legislativa y la separación de este poder de los otros poderes del Estado.
ResponderEliminarSi no comprende esto y las implicaciones que ello supone, incurrirá en análisis errados como el que ha expuesto más arriba. Así, seguirá cometiendo el tremendo disparate, perfectamente excusable dada la efectiva, intensa y prolongada propaganda al respecto, de que en “Europa” y también en España existe “democracia”. No y mil veces no. No cabe considerar como tal a un Estado que concentra todos los poderes y que niega la representación a la Nación (a través de sus diputados de distrito) mediante la perversión del sistema electoral proporcional, otorgando dicha representación a partidos que, para colmo, han sido estatalizados. Ni en la región catalana ni en las provincias vascas existe “democracia”. Tampoco en el conjunto de la Nación española.
Si no comprende lo que ha tenido más cerca, menos alcanzará a comprender las experiencias “democráticas” que quedan más lejanas. Así, seguirá creyendo que las agresiones militares “occidentales” pretendían salvaguardar los “derechos humanos” e instaurar “democracias” y confundirá ingenuamente operaciones de injerencia extranjera que pretendían subvertir el orden político aprovechando el malestar social existente por la carestía de la vida, como realmente fueron las “primaveras árabes”, con “relámpagos de esperanza democrática”
Tampoco comprende algo esencial que un pensador español ha sabido describir certeramente en sus obras, que para la instauración de una verdadera democracia representativa, que necesariamente debiera ser la forma de gobierno de una República Constitucional, es preciso que se conquiste la Libertad política colectiva.
http://friendsofborges.is/habeascorpus/books/Trevijano_Teoria-Pura-de-la-Republica_III.pdf
Esta conquista no puede ser “regalada” por el poder establecido. Debe ser impuesta en sentido ascendente por parte de la Nación política, que se proclama sujeto constituyente e instaura un Estado a su servicio (que no al revés).
Efectivamente ya lo hemos comentado otras veces.
EliminarCuando su amigo boliviano le dijo esas sabias palabras, probablemente ninguno tenía conocimiento pleno de lo trascendente de su significado. Que un pueblo no esté “preparado para la democracia” implica que un pueblo no está preparado para conquistar su propia Libertad (colectiva), para liberarse del poder que le domina. La Historia de Bolivia es ejemplo de cómo, al igual que el resto de provincias americanas de la Monarquía Española, malogró esa fase de liberación para sumergirse en guerras civiles y fronterizas que consolidaron en el poder a oligarquías promocionadas por el Brutish Empire primero, USA después y la tiranía castrista en tiempos más recientes para los casos boliviano o venezolano.
ResponderEliminarFinalmente, una puntualización sobre su incomprensión de la “Libertad”. No cabe imaginar las “libertades individuales” al margen de la colectividad humana. Un ser humano separado de sus congéneres queda reducido a su condición de animal y es tan “libre” como estos:
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/yomono/2016/09/17/mas-historias-reales-de-ninos-criados.html
Sólo si consiguen asimilarse al colectivo humano tras ser separados de sus “asemejados” animales y logran adquirir, entre otras tantas, facultades como el lenguaje, que permitan maximizar su capacidad racional, podrán tomar conciencia de su posición en el mundo, de sus necesidades y las ajenas pudiendo entonces decirse “libres”. En conclusión, la Libertad política necesariamente debe ser colectiva (afecta a todo el sujeto constituyente de la Nación política) pero también las libertades individuales son inseparables de la condición humana como unidad atómica integrada en un colectivo humano.
http://symploke.trujaman.org/Libertad
Gracias por el comentario.
EliminarEl problema de la democracia es si no se limita exactamente hasta dónde puede invadir la libertad individual, hasta cuanto puede saquear al ciudadano, hasta cuánto puede obligarle a pasear por una calle en sentido único, sólo porque hay un voto más, o incluso aunque haya un 99% de votos más.
ResponderEliminarSino, es una simple dictadura de la mayoría que aplastará las libertades, por muy democráticamente que se haya decidido.
De otro modo, todos acabaremos disfrutando una democracia islámica donde se cortarán las manos de ladrones y los homosexuales serán arrojados desde los tejados. Eso sí, debido a leyes muy democráticamente votadas.
Leyendo tus palabras recuerdo que cuando pensé en escribir el texto iba a hacer una referencia precisamente a eso, la dictadura de la mayoría, que luego al escribirlo olvidé.
EliminarHace tiempo escribí un texto sobre las bases de la sociedad en el que decía que la democracia debe estar basada en la libertad, porque sin libertad no hay democracia, y que a su vez la libertad debe estar basada en la justicia, porque sin justicia no hay libertad.
He aquí el problema. Vivimos en sociedades que piensan que la democracia es un bien en sí mismo. Y eso es un enorme error.