Solo ha hecho falta ver la tierna imagen entre el padre-rey y la
hija-princesa para que esa España a la que le encantan las revistas del corazón, cierto liberalismo incluido, se haya derretido (una vez más) por la Monarquía. Los argumentos racionales poco o nada importan. La hermosa niña y el popular padre han ganado la batalla. Los que creemos en una Jefatura de Estado elegida democráticamente por los votantes en vez de por la dictadura de la cuna (parece que más bien pocos, incluso dentro del liberalismo) hemos perdido. Los argumentos están en la mente de todos, así que me los ahorraré, porque está demostrado que nada pueden contra la teatral monarquía española. Las revistas del corazón y los pañuelos desechables deben haber aumentando sus ventas en
estos días.
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