Sigo todo el lamentable circo político catalán con una mezcla de aburrimiento, diversión y tristeza. Aburrimiento porque es más de lo mismo, una y otra vez, desde que empezó todo este sinsentido. Diversión porque tiene su aquel ver a este hombre con peinado raro que se niega a reconocer que su tiempo ha pasado y se ha reconvertido de mal político en mal payaso. Y tristeza porque la mitad sensata de los catalanes no se merece esto. Veremos cuando llega la normalidad a la política en Cataluña.
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