Nos cuenta El País que el obispado de Alicante defiende que el cura pederasta de Granada trabaje de capellán. Me niego a copiar la descripción de los hechos delictivos a un niño de once años porque revuelven el estómago. Este sujeto fue condenado a un año y medio de prisión... pero nunca entró en la cárcel.
¿Y qué medidas tomó la Iglesia Católica contra este maleante? Básicamente tres. Una, dejarle que siguiera ejerciendo el sacerdocio. Dos, homenajearle con motivo de sus 25 años como cura, en una celebración que presidió su obispo superior. Y tres, nombrarle capellán del Hospital General de Alicante. ¿Y esto era entonces la tolerancia cero?
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