Pablo Iglesias sigue la cuesta abajo. Sin prisa, pero sin pausa. En su descargo hay que decir que al menos ha conseguido salvar los muebles, o, en terminos tenístico, ha conseguido salvar su segunda bola de partido, que no está mal. Ha perdido, pero su derrota es relativa, porque todo apunta a que será necesario para el nuevo gobierno sanchista. Seguimos asistiendo a la lenta agonía política de Pablo Iglesias.
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