Como siempre hago en la jornada de reflexión, también ahora expondré brevemente a quien apoyo en las elecciones generales de mañana y las razones.
Desde el 2015 vengo apoyando sistemáticamente a Ciudadanos, como mal menor. En estas elecciones he decidido retirar ese apoyo al partido naranja y dárselo al Partido Popular. Lo hago sin el menor entusiasmo, sin ninguna ilusión, simplemente como un mal probablemente grande, pero el menos grande de todos.
Mis razones las paso a enumerar brevemente.
Pablo Casado es el único líder de los cinco magníficos que cree en Dios y tiene una familia ejemplar. Pablo Casado y el PP tienen pocos principios (muy pocos a decir verdad), pero tienen algunos, a diferencia de los demás, que no tienen ninguno. Hoy por hoy, quiérase o no se quiera, la única alternativa al PSOE es el PP. Y si tengo que elegir, lo tengo claro.
Tengo que reconocer que lo que me pedía el cuerpo era apoyar a Ciudadanos. Pero tengo tres razones para no hacerlo, el exceso de teatralidad de Albert Rivera, el hecho de que si Cs suma con el PSOE acabará apoyando a Sánchez y que Rivera necesita un buen revolcón electoral que le mande a su casa y dé paso a Inés Arrimadas.
En fin, lo dicho, que ni Pablo Casado ni el PP me producen la menor ilusión. Pero hoy por hoy el mal de un gobierno del PP encabezado por Pablo Casado, con ser alto, no es nada comparable con el mal de un gobierno socialista liderado por Pedro Sánchez.
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