martes, 11 de octubre de 2022

La barbaridad de los ahujos a las mónicas (y mi simple solución)

No tenía intención de escribir sobre el tema, pero visto el
vuelo que ha cogido la cosa desde todos lados he cambiado de opinión. Lo que los
residentes del colegio mayor masculino Elías Ahúja les
dijeron a las residentes del colegio mayor femenino Santa Mónica, que está exactamente enfrente, en mi opinión es una auténtica barbaridad. Si mi hija hubiera estado entre las chicas yo la hubiera aconsejado que pusiera al día siguiente una denuncia por lo que fuera. Pero la cuestión es que esa es, repito, mi opinión y mi hija no estaba entre las insultadas. Por el contrario nos hemos encontrado con que, sorprendentemente, ninguna de la estudiantes del Santa Mónica se sintió ofendida e incluso algunas defendieron a los vociferantes. Es algo que yo, personalmente, no entiendo. Pero tampoco entiendo, por ejemplo, que haya gente que disfrute siendo humillada y/o golpeada, o que algunos estén dispuestos a flagelarse o a que los crucifiquen con clavos de acero inoxidable. Y es que, como diría un castizo, en este mundo hay gente pa to. Todos somos diferentes y todos tenemos nuestras manías, que no tienen por qué ser comprendidas por lo demás. Como leí en algún sitio, cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Y si algunos, o algunas como es el caso, disfrutan recibiendo insultos, el problema es de esas personas y de nadie más.

Y así llegamos a una máxima del derecho: sin daño no hay delito y sin víctima no hay culpable. Estamos entrando en un terreno que no he leído que nadie lo haya explorado en relación a este tema, el de los derechos individuales. Porque todos, desde el Presidente de Gobierno hasta la organización universitaria de estudiantes, pasando por periodistas, contertulios, políticos y demás, están poniendo el acento implícitamente en los derechos colectivos, supongo que de las mujeres.

Pero se olvida, supongo que intencionadamente, que no eran todas las mujeres las que fueron objeto de las groserías, sino las chicas del otro colegio mayor. Porque la frase insultante empieza con una palabra clave, que está cortada en casi todos los vídeos: mónicas, que es como se les llama a las residentes del Colegio Mayor Santa Mónica. Y si ninguna de las mónicas se sintió ofendida, entonces no hay víctima, no hay daño, por lo que tampoco hay delito y, claro, tampoco culpables. Por cierto, hay que añadir que, independientemente de la barbaridad de la grosería, en la frase de marras no hay amenaza de violación, sino una actitud totalmente presuntuosa de que ellos les iban a hacer a las chicas una especie de favor teniendo sexo con ellas. Otra manipulación de muchos medios de información el decir que se estaba amenazando a las chicas con violarlas.

Mucho ojo, porque en España los derecho colectivos están sustituyendo a los derechos individuales. Y ese es un terreno extremadamente peligroso. Porque solo hace falta que alguien esté, por ejemplo, escuchando algo que alguien está diciendo a otra persona, pero no a él, y que le ofenda para que a partir de ahí se desate una persecución contra el que lo dijo. En la práctica eso puede conducir a una autocensura de lo que se dice y/o se escribe. Con el consiguiente recorte de la libertad de expresión.

Repito para terminar, no justifico las enormes groserías gritadas por los ahujos. Pero las únicas que estaban en derecho de buscar el castigo de las mismas eran las mónicas. Y todo lo demás, que ha sido mucho, no son más que opiniones expresadas por izquierdistas (y por derechistas que aparentemente se avergüenzan de serlo, que ya es decir), a los que, y esto es sumamente importante, les traen sin cuidado las chicas del Colegio Mayor Santa Mónica y sus derechos individuales, y lo único que pretenden es utilizar este bochornoso episodio para hacer avanzar su ideología.

2 comentarios:

  1. Es que hay un video donde se ve la respuesta de las chicas y mo le va a ña zaga en cuanto a procacidades y parece ser una antigua costumbre de los dos colegios

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    1. Por eso mismo digo que sin daño no hay delito y sin víctima no hay culpable. Bastante simple. Aunque parece que no para algunos.

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