En muchas partes del mundo musulmán la opinión, la palabra o el testimonio de una mujer vale la mitad que lo mismo de un hombre. Puede ser que llegue un momento, al paso que vamos, en que en las democracias occidentales la opinión, la palabra o el testimonio de un practicante activo de una religión cristiana valga la mitad que lo mismo de un ateo, agnóstico o creyente no practicante. Sí, sé que es una exageración, pero permítaseme esta licencia para comenzar este texto sobre como cada vez se intenta devaluar más las opiniones de la gente que practica una religión cristiana (diferente es la historia con los musulmanes, pero ese es otro tema).
En todo su artículo sobre el aborto el director de El Independiente, Casimiro García-Abadillo (con quien normalmente estoy de acuerdo en sus planteamientos, dicho sea de paso), lo único que hace es descalificar la opinión que sobre ese aborto tienen los practicantes religiosos por el mero hecho de serlo.
Es una práctica bastante miserable la de atacar a la persona y no al argumento. Y, además, en este caso, es una falacia. Hay católicos que defienden activamente el aborto. Hay ateos que lo atacan (yo tuve la oportunidad de hablar sobre ello con un médico ateo antiabortista). Pero Abadillo deja de lado eso y todo lo reduce a una cuestión religiosa. Los que atacan el aborto son del Opus Dei y los que lo defienden son laicos.
El director de El Independiente ni tan siquiera entra a valorar los argumentos sobre el inicio de la vida, los constitucionales o los del más básico sentido común legal.
¿Cuándo comienza la vida humana? ¿En la concepción? ¿Con el primer latido del corazón del feto? ¿Con la formación del sistema nervioso del feto? ¿Cuándo el feto puede vivir independientemente fuera del útero materno? ¿Con el nacimiento? ¿Cuando el ser humano tiene conciencia de sí mismo? Discutámoslo. Pero no.
La Constitución Española dice es su artículo 15 que todos tienen derecho a la vida. ¿A quién hace referencia ese todos? ¿Pretendía el legislador incluir a los nacidos y no nacidos? ¿O únicamente a los nacidos? Eso es clave. Pero no se discute.
Mas cuando llegamos a un básico sentido común legal la cosa se pone peor. En el momento en el que el PP presentó su recurso de anticonstitucionalidad a la mentada ley del aborto de Zapatero (recordemos, año 2010) la cosa legalmente era bastante sencilla. Bastaba con que el Tribunal Constitucional suspendiera la ley de forma cautelarísima (tiene esa facultad, y la ejerció hace poco sobre una ley que contenía una enmienda inapropiada, ¿qué es más importante, los derechos parlamentarios o el derecho a la vida?), dado que podría afectar al derecho más fundamental de todos, el de la vida, y que de aplicarse inconstitucionalmente sus efectos serían irreversibles en muchas vidas humanas. Y, claro, que diera a dicho recurso un carácter totalmente preferente, dictando sentencia en uno, dos o tres meses de acuerdo a la Constitución Española. Pero no, ni lo uno, ni lo otro. El TC no aceptó suspender cautelarmente una ley que podía afectar al derecho a la vida, sino que dijo, eso sí, que este Tribunal Constitucional dará carácter prioritario a la tramitación y resolución del presente recurso. Hace trece años. Una auténtica burla. Sobre la que Abadillo no dice nada.
Bueno, sí dice. Afirma que el TC sabiamente decidió aparcar el tema. Lo que permitió que ley se fuera asentando en la sociedad hasta que, en palabras de Abadillo, había una mayoría social en España que había aceptado la ley de plazos. Y punto. ¿La constitucionalidad o no de la ley? Detalle mucho menor para el escritor. Lo importante parece ser, como diría Felipe González, que en democracia la verdad es lo que la gente cree que es verdad.
Las palabras centrales del artículo de Abadillo son, en mi opinión, las siguientes:
La derecha más conservadora y ligada a la Iglesia hoy milita en Vox y para ese sector el aborto es un tema fundamental, que tiene que ver con el derecho a la vida, un don divino. ... El líder del PP tiene que decidir si su partido mantiene sus lazos con la Iglesia católica, disputándole a Vox esa franja de votantes y, por tanto, dando la batalla contra la izquierda en la cuestión del aborto, o bien si da un paso en la consolidación del PP como un partido laico.
Pues va a ser que no. En lo que a mí respecta, por ejemplo, opino que la homosexualidad es moralmente condenable, pero no busco impedir que nadie la practique, porque afecta a la esfera de la libertad individual. No es lo mismo con el aborto. No afecta a la esfera de la libertad individual, sino a la esfera del derecho a la vida. Y no lo defiendo como cristiano, sino como persona.
Tampoco he escuchado o leído a nadie decir que está en contra del aborto porque la vida es un don divino. Los que atacamos el aborto, seamos religiosos o no, lo hacemos con argumentos científicos sobre que la vida humana empieza en el momento mismo de la concepción. Se podrá estar de acuerdo o no con ese argumento, pero es lo que defendemos. Y nuestro argumento vale lo mismo que el del laico o no laico que defiende que lo que hay en el vientre materno no es un ser humano, sino otra cosa hasta que pasa una determinada cantidad de tiempo. Aquí no se trata de las creencias religiosas de la persona, sino de los argumentos. Punto.
Pero para Abadillo la defensa del derecho a la vida del no nacido es una defensa que se hace desde las ideas religiosas. Y ese mero hecho las descalifica. La opinión, por lo tanto, de los creyentes vale menos (supongo que mucho menos) que la opinión de los no creyentes.
Algún día escribiré sobre la cultura de la muerte, por la que camina la sociedad occidental, tan admiradamente laica por Abadillo.
Por cierto, tal vez Casimiro García-Abadillo debería pensar en cambiar el nombre de su periódico, El Independiente. Pienso que sería más apropiado renombrarlo como El PPdependiente o como El Feijóodependiente. Y así no mentir a los lectores. Y también pienso que con artículos como el mencionado se va ganando que cuando Feijóo llegue a gobernar (si es que lo consigue) le premie con un montón de publicidad institucional.
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