Hará creo recordar que más de treinta años, en pleno apogeo del terrorismo etarra, un amigo y yo hablábamos sobre el tema. No recuerdo la conversación como tal, pero sí que en un momento dado yo le dije que "todos los vascos no son terroristas", a lo que él me respondió que "es cierto, pero también es cierto que todos los terroristas son vascos". Para pensárselo.
Ayer me vino a la mente el recuerdo en relación al atentado terrorista perpetrado en Algeciras por un fanático musulmán. Cualquier persona con un mínimo de sentido común se da cuenta de que no todos los musulmanes son terroristas; es más, tan solo lo son una pequeña minoría de ellos. Pero si somos justos habremos de fijarnos también en que en la España de hoy en día todos los terroristas son musulmanes. Lo anterior es tan evidente, incluso para el políticamente correcto Gobierno de España, que existe una unidad de la Policía dedicada a vigilar las mezquitas musulmanas. No la hay para vigilar, por ejemplo, las iglesias mormonas; o evangélicas, católicas, comunidades budistas, hinduistas y un largo etcétera. ¿Por qué? La respuesta es evidente, porque de ninguna de ellas parte ninguna persona que por sus ideas religiosas toma la decisión de cometer un acto terrorista. Cosa que sí sucede, por cierto, con las mezquitas musulmanas (en algunas de las cuales se ha recaudado dinero para financiar el terrorismo musulmán internacional).
No se trata con esto de criminalizar a todos los musulmanes. Pero sí, apelando a las puñeteras matemáticas, de darnos cuenta de que ante un aumento del número de musulmanes aumentará también el número de atentados terroristas.
Y no solamente lo anterior. En la sociedad española se ha asentado la idea de que un musulmán moderado es aquel que condena el terrorismo de otro musulmán. Eso es una auténtica barbaridad. Esa condena no le convierte en musulmán moderado, sino únicamente en persona de un cierto sentido común. Para hablar de su moderación relacionada a su religión musulmana habría que enfrentarle con algunas preguntas relacionas con la libertad de mujeres, homosexuales y apóstatas, por ejemplo. En ese momento, y no antes, podremos hablar de su grado real de moderación. Y a la luz de alguna encuesta no parece que sus ideas encajen mucho en el marco de la libertad occidental.
Ante ello cabe preguntarse si vivir en una religión así no produce que el salto a defenderla a través del terrorismo sea un paso que en muchos casos no es muy complicado dar.
Soy consciente de que los argumentos expresados en este texto no son muy populares. Pero es la realidad. Aunque no nos guste (a mí el primero). Es lo que tiene seguir a un líder religioso que fue un miserable y un ladrón, asesino y pervertido sexual. Que hay seguidores del mismo que son radicales terroristas y otros que son radicales no terroristas. Pero moderados, muy escasos. Si es que hay alguno. Y por eso, por cierto, la Policía vigila las mezquitas musulmanas y no las iglesias mormonas.
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