Es uno de los transexualismos que está más de moda en España. Un ser humano que nació con sus órganos sexuales de hombre y que se desarrolló como tal, llegado a un punto en su vida adulta descubre que
está en un cuerpo equivocado. Se siente mujer. Pero una mujer muy especial. Una mujer que no quiere renunciar a los órganos sexuales masculinos y que tampoco tiene el menor interés por añadirse unos senos artificiales. Una mujer que es homosexual, porque siente atracción sexual por otras mujeres. Pero que se considera, claramente, una mujer. Una mujer lesbiana, con pene y sin senos. Y todos tienen que aceptarla como tal. En el deporte, en el vestuario, en el cuarto de baño público, en la cárcel si es que ha delinquido.
Y la cosa no para ahí y no sucede solamente en España. En Noruega le pueden a uno caer hasta tres años por decir lo contrario.
Una auténtica locura. Y una verdadera estupidez. Las dos cosas a la vez.
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