Siempre he trabajado por cuenta ajena, tanto en España como aquí, en Estados Unidos. Pero eso no me impide ver una realidad del más elemental sentido común, que cuanto más difícil y más caro sea despedir a un empleado, más se lo pensará un empresario para contratar. Ciertamente dificultar el despido beneficia a los trabajadores... que ya tienen un empleo. Pero a aquellos que están desempleados les perjudica grandemente. Pero un despido libre hace que ningún empresario tema contratar, porque sabe que en caso de problemas podrá despedir sin problemas a los contratados.
Aquí, en Estados Unidos, cualquier empresario puede despedir por cualquier razón a un trabajador. La única penalización que tiene es que en caso de que haya sido un despido del que el trabajador no fue culpable el Gobierno Federal obliga a la empresa a abonar un tercio del salario del empleado durante seis meses (otro tercio lo pone el mismo Gobierno Federal y el otro tercio lo pone el trabajador -es decir, de hecho cobra dos tercios de su salario-), entendiendo que ese tiempo de medio año es suficiente para que consiga otro trabajo. Y funciona.
En estos momentos la cifra de desempleo en Estados Unidos es de un 3.40%, que quiere decir que son las personas que han sido despedidas por problemas ajenos a ellas (normalmente por problemas económicos de la empresa) y que con total seguridad encontrarán trabajo antes de que pases seis meses del despido. Es decir que, en la práctica, estamos hablando de una sociedad, la estadounidense, con pleno empleo y en la que mucha gente tiene dos trabajos (algunos hasta tres). Y eso con despido libre.
Mientras tanto en España, donde el despido es mucho más complicado, la tasa de paro es de un 12.87%, es decir, casi cuatro veces superior. Alguien dirá que eso es porque los sistemas económicos entre los dos países son totalmente diferentes. Es posible. Pero si hablamos de los vecinos de España, Alemania acabó el año con un 2.9%, Francia con un 7.1%, Italia con un 7.8% y Portugal con un 6.7%.
Estoy convencido de que si en España se abaratara el despido, se crearía mucho más empleo. Pero claro, para impedir eso están los sindicatos, que velan por los privilegios de los que ya tienen trabajo, pero a los que las penurias de los desempleados les traen sin cuidado.
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