Macarena Olona me caía bien. Supongo que
todavía me cae bien,
pero ya un poco menos. Esperaba más de su anunciada a bombo y platillo entrevista en Lo
de Évole. Al final, por lo que se ve en la prensa (tras leer los artículos -uno y dos- he perdido todas las ganas para ver la entrevista) a lo único que se ha limitado es a decir que dentro de Vox hay neonazis (algo totalmente sabido), que la han declarado la guerra (más sabido aún), que dentro hay una férrea disciplina (como en todos los partidos, vamos), que dentro del partido hay homofobia (se ve a la legua), que en Vox conviven la facción ultra con la liberal (lo había dicho anteriormente) y nada más, salvo lo que sigue.
Porque lo único relativamente importante que ha revelado es que una Fundación Disenso, que dirige Abascal, habría sido financiada con falta de transparencia. Esa insinuación se convierte en un mero detalle cuando nos tenemos que enterar, a través de El País y aparentemente sin relación alguna con Macarena Olona, de que Vox donó en febrero de 2021 dos millones de euros al think tank Disenso sin informarlo a nadie, ni previa ni posteriormente. Vamos, que lo que Olona dijo fue una mera insinuación que la tuvo que convertir en noticia El País, con datos objetivos, en el periodo entre que se grabó la entrevista y se emitió.
Macarena Olona es una excelente abogada del Estado y parece que por eso se ha limitado a usar algo que a mí me molesta sobremanera, la ambigüedad calculada, para que Vox no la pueda demandar por injurias o algo parecido. Por eso se ha quedado en unas pocas afirmaciones ya de sobra sabidas y la mencionada insinuación.
Mención aparte es que venga ahora con la lamentable afirmación de que Vox no es el mismo partido que en marzo de 2019, cuando ella comenzó a integrar el proyecto, «ni en lo ideológico, ni a nivel de empresa». Falso. La ideología de extrema derecha y las oscuras maniobras financieras son en Vox exactamente igual ahora que en 2019. La única diferencia es que antes Macarena Olona era la estrella de Vox en el Congreso y ahora está fuera.
Lo que ya estoy empezando a notar, y que no tal vez no había querido ver hasta ahora, es que Macarena Olona con este tipo de entrevistas lo único que pretende es mantenerse en el candelero de cara a su posible candidatura a las elecciones generales. Me parece totalmente legítimo. Pero ya no tanto sus formas grandilocuentes y su teatralidad, porque eso puede ser tomar a los votantes por tontos. Sobre todo cuando pone dos de las tres condiciones bastante payasas para presentarse a las elecciones (la primera, dejar de lado el «sectarismo ideológico» para no olvidar a la mitad de los españoles y la segunda, «si se garantiza» que con su paso «puede ocupar un espacio que garantice la gobernabilidad» de España a derecha o a izquierda -la tercera, ir por Granada, es algo diferente-), condiciones que aparentan tratar de crear un partido transversal, para pescar votos a derecha e izquierda, pero dicho en un plan que parece buscar impresionar; algo que considero una auténtica estupidez, porque con el pasado de Olona nadie de izquierdas la va a votar. Sería preferible que creara, como dije una vez, un partido entre el PP y Vox; pero aparentemente eso es poco para ella.
Espero que no se mantenga en esa línea de hablar sin ofrecer nada nuevo, porque va a aburrir al personal y va a llegar totalmente quemada a las elecciones generales. Será interesante ver el camino que toman sus próximos pasos. Esperemos que sea algo más que esta vacía teatralidad basada en mucho ruido y pocas nueces y en tirar la piedra y esconder la mano.
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