No lo podía creer. Porque, después de que el Real Madrid hubiera perdido en casa el partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey frente al Barcelona por uno a cero (y tras igualmente perder los merengues en Barcelona en la liga y ser batidos en la supercopa) yo estaba casi completamente seguro de que iba a caer, y probablemente de mala manera, en el Camp Nou. Pero, por increíble que parezca, el Real Madrid le dio la vuelta a la semifinal, venciendo al Barcelona en su casa por nada más y nada menos que cuatro a cero, lo que hizo que el resultado total de la semifinal fuera de cuatro a uno a favor de los merengues.
Esperemos que dentro de un mes, el seis de mayo, el Real Madrid se proclame campeón de este torneo en la final frente al Osasuna, que desde 2014 ya va siendo hora.
Posdata. Lo peor de perder no es perder, sino la cara que a uno se le queda (sí, además de madridista soy, lo reconozco, antibarcelonista).
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