De todos es sabido que cuando Isabel Díaz Ayuso convocó sorpresivamente elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid Pablo Iglesias, debido a que el partido se hundía (y se hundió) en Madrid, quería que la candidata por Podemos fuera Irene Montero. Ella, con buen criterio, se negó en redondo a dejar su muy cómoda posición al frente del ministerio de Igualdad por un impredecible enfrentamiento a nivel autonómico. La decisión le sentó, como era de suponer, muy mal a Pablo Iglesias, que intentó convencer a Irene Montero, intentó en el que fracasó rotundamente. Contaban las crónicas del momento que el asunto trascendió los límites políticos e incluso afecto a la relación sentimental entre ambos, que se rompió (nadie sabe si temporal o definitivamente). Tras el rotundo fracaso en los comicios madrileños él se trasladó a vivir a Barcelona (ahora ha regresado a Madrid).
Al final tuvo que ser el propio Pablo Iglesias el que se vio obligado a abandonar su cómoda posición de vicepresidente del Gobierno y líder de UP para bajar al barro de una lucha política autonómica. Y para ambas posiciones eligió, por la voluntad de su dedo índice derecho, a Yolanda Díaz. ¿Por qué? La teoría dice que porque era la mejor posicionada de cara a la opinión pública. Pero a nadie se le escapa que también, y sobre todo, fue porque él consideraba que tenía un carácter que la haría susceptible de ser fácilmente dirigida en la sombra por él.
Lo que es curioso es que hace un tiempo Pablo Iglesias reconoció que pudo equivocarse al nombrar sucesora a Yolanda Díaz sin primarias en Unidas Podemos. ¿Y por qué no lo hizo? Hubiera sido, evidentemente, lo más fácil. Quitarse de enmedio, como hizo Mariano Rajoy, y dejar que fueran las bases las que decidieran. Lo más fácil y lo más democrático. Y no solamente para él, sino porque de ese modo, y esto es muy importante, quedaba abierta la vía para que fuera Irene Montero, su pareja, a la que él hizo ministra, la que se presentara y ganara el liderazgo de la coalición, algo que a nadie se le escapa que, con Pablo Iglesias fuera de la escena, es uno de sus mayores deseos. Y con esto en la mesa queda claro que, dado que Montero se negó a dejar el Gobierno para enfrentarse a Ayuso en las elecciones autonómicas y tuvo que ser el propio Iglesias quien se vio obligado a hacerlo, su decisión de poder como lideresa a Yolanda Díaz, cerrando el paso a Irene Montero, solo puede interpretarse como una venganza de alguien que tiene un carácter totalmente vengativo.
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