Que para un machista en grado superlativo como es Pablo Iglesias en un corto espacio de tiempo tres mujeres le hayan hecho morder el polvo tiene que ser algo difícil de asumir.
Y es que la mayoría piensa que la primera en machacar al macho algo fue Isabel Díaz Ayuso. Falso. La primera, curiosamente, fue su pareja de entonces (no tengo claro si lo sigue siendo ahora). Era hace solamente dos años cuando Ayuso convocaba elecciones anticipadas a la Comunidad de Madrid y el partido Podemos parecía que se iba a hundir. Pablo Iglesias buscaba un candidato o candidata de prestigio para que salvara al grupo de naufragio y una de las elegidas (probablemente la elegida) por el dictadorzuelo fue su propia pareja y ministra de Igualdad, Irene Montero. Pero ella, lejos de hacerle caso, le dijo que se sentía muy cómoda como ministra y que eso de enfrentarse a Ayuso no era lo que le gustaba. Se negó en redondo, vamos. Iglesias la intentó convencer, pero Montero se plantó y le dijo esa frase tan famosa de 'no es no'. Las cosas llegaron hasta tal punto que la relación sentimental entre los dos se rompió, al menos temporalmente, y un tiempo después Iglesias acabó en Barcelona. Finalmente fue Pablo Iglesias el que, a falta de alguien más, se vio obligado a abandonar su cómodo y mediático puesto de vicepresidente e intentar salvar su partido. Algunos dicen que fue porque Iglesias se aburría como vicepresidente. Nada más lejos de la realidad. Nunca este hombre ha sido un amante del trabajo, y lo que le encanta es estar en un puesto de masiva visibilidad. La vicepresidencia del Gobierno cumplía los dos requisitos. Y todo porque una Irene Montero se negó a aceptar sus órdenes de ser ella la candidata por Podemos a la Comunidad de Madrid. Fue, repito, Irene la primera mujer que le hizo rodar por los suelos.
Después llegaría Isabel Díaz Ayuso. Aunque Pablo Iglesias recurrió en la campaña para las autonómicas madrileñas a lo más bajo de la política (algo a lo que nos tiene acostumbrados), nada le funcionó. Al final los resultados fueron tan escandalosamente malos para su candidatura que se vio obligado a abandonar la política la misma noche electoral. Por culpa de otra mujer, Isabel.
Y la última ha sido hace poco. Porque cuando abandonaba la vicepresidencia del Gobierno y el liderazgo nacional de Unidas Podemos eligió, él, solo él, a dedo, a Yolanda Díaz para esas posiciones. La razón (además de vengarse de Irene Montero, mañana más sobre el tema) era la que consideraba a Yolanda Díaz una persona a la que podría manejar fácilmente y ser él quien, desde la sombra, tomara las decisiones del ministerio de Trabajo, de la vicepresidencia y la de la dirección de Unidas Podemos. Se equivocaba el macho alfa. Díaz desde el principio fue marcando distancias con su mentor y tomando decisiones por ella misma, muchas de las cuales desagradaron a Iglesias. Hasta que hace unos días consumó la ruptura con Podemos y decidió iniciar su propio camino con Sumar. Yolanda era la tercera mujer que humillaba en público a Pablo Iglesias.
Lo dicho, Pablo Iglesias no tiene suerte con las mujeres. Irene, Isabel y Yolanda han sido tres mujeres que en dos años le han hecho morder el polvo tres veces. Y eso, para un machista de tomo y lomo como es Iglesias, debe ser muy difícil de digerir.
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