Dice Pablo Iglesias que
«si Sánchez fuera un
hábil estratega, convocaría elecciones
ya». Y lo dice él (o EL), que se vio obligado a abandonar la política por el descalabro que sufrió a manos de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid.
Pero sí, en principio parecería que tiene razón. Indultos a secesionistas, rebajas de penas a corruptos, pactos con etarras, ley del solo sí es sí que favorece a violadores, ley trans que favorecerá a hombres en perjuicio de las mujeres, etc, etc, etc. Y ahora, para colmo, un escándalo de corrupción, prostitución y drogas (que se dice pronto) que podría llegar a afectar a bastantes diputados socialistas. Todo ello lleva a pensar que el desastre está garantizado en las elecciones autonómicas y municipales de dentro de menos de tres meses. Y que ese desastre hará inevitable, por contagio, un desastre aún mayor en las elecciones generales de diciembre.
Pero claro, eso Pedro Sánchez lo sabe de sobra. Y no es el tipo de persona que se presenta a unas elecciones con la derrota asegurada. En estas circunstancias solo caben tres opciones. La primera es, para minimizar daños, convocar las generales junto a las autonómicas y municipales; tiene para ello hasta 54 días antes de la fecha; o sea, hasta dentro de unos 27 días; no parece que vaya a tomar esa decisión, salvo sorpresa mayúscula. La segunda opción sería, tras la esperada debacle del 28 de mayo, no presentarse como cabeza de lista del PSOE; tampoco parece que los tiros vayan a ir por ahí.
Por lo tanto nos queda solamente una tercera posibilidad, convocar unas elecciones generales, con Pedro Sánchez como candidato, tras unos resultados desastrosos en las previas autonómicas y municipales y con todas las encuestas en contra para, en teoría, sufrir un resultado espantoso.
Resultado espantoso... a menos que se disponga de un as en la manga que pueda darle la vuelta. Un as en la manga que bien podría ser el dosier narco de Feijóo., para aparecer en el momento más indicado antes de las elecciones generales.
Pablo Iglesias no es más que un pobre aprendiz de estrategia política al lado de Pedro Sánchez. El pasado lo demuestra. Y lo más probable es que el futuro también. Sánchez convocará las elecciones generales contra Feijóo cuando más le convenga y usará las armas que más le beneficien para vencerle. Otra cosa es que lo consiga. Pero para intentar la victoria lo va a intentar todo. Absolutamente todo.
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