Leí en un blog que no recuerdo que el Bitcoin había perdido la mitad de su valor en seis meses. Falso. Ha perdido dos tercios. Y no solo el Bitcoin, sino también el Ethereum y el Litecoin.
En términos reales eso supone que los que manejan esas monedas virtuales están padeciendo una inflación del 200% en el último medio año en sus compras. Mal asunto.
En economía no me gusta confiar en algo que no puedo ver y tocar. Siempre he desconfiado de las compañías virtuales (Google, Facebook, etc.). Pienso que son pan para hoy y hambre para mañana.
Lo mismo, y con mayor motivo, es aplicable en mi opinión a unas monedas que no tienen el respaldo de nadie, sino tan solo de los propios compradores y vendedores. Y que, además, en muchos casos (puede que en la mayoría) están siendo utilizadas por siniestros personajes con oscuros intereses; una siniestralidad y un oscurantismo que se pueden volver contra las propias monedas en un determinado momento, difícil o imposible de predecir. Creo que es lo que está pasando con estas monedas, que han sido víctimas de dos robos recientemente, uno en enero y otro hace pocos días.
Está claro que el miedo no anda en burro y muchos inversores en las criptomonedas han decidido mover su dinero a otros lugares. Y mucho me temo que la tendencia va a continuar.
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