No tienen edad para conducir ni para votar, pero viven bajo protección por violencia machista. Son 653 adolescentes españolas que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), tienen una orden de protección o medidas cautelares tras denunciar a sus novios o exnovios. El número ha crecido un 14,8% en 2017 y es el más alto del lustro. Los expertos reclaman centrarse en la educación y reflexionar sobre el consumo de pornografía de los jóvenes. El número de víctimas protegidas de todas las edades aumenta un 2,6%, hasta las 29.000 mujeres.
Es solamente el comienzo del artículo. Un par de anotaciones textuales más:
Primera. El incremento “se explica por el inicio cada vez más jóvenes de relaciones afectivas”, considera Pilar Martín Nájera, fiscal de sala coordinadora de violencia sobre la mujer.
Segunda. “La juventud aprende la sexualidad a través de películas pornográficas y eso lo trasladan a relaciones de dominio que no son nada satisfactorias para ellas”, señala Amalia Fernández, presidenta de la asociación de mujeres juristas Themis.
Vamos, que cada vez tienen relaciones sexuales antes y que, como ellos las quieren mantener como las ven en las películas pornográficas y ellas no, pues la cosa acaba como acaba. O mal o peor.
¿Y la solución? Esta:
“Necesitamos escuelas que eduquen en la igualdad y en la no violencia, que no perpetúen los roles de género y que promuevan relaciones afectivas y sexuales igualitarias y seguras mediante una asignatura reglada de educación sexual en todos los niveles educativos”, ahonda la directora de Sensibilización y políticas de infancia de Save the Children, Ana Sastre, en declaraciones a Europa Press.
¿Matrimonio? ¿Abstinencia? ¿Autocontrol? ¿Moral? ¿Principios? ¿Valores? ¡Por favor! No me seas antiguo. Pues nada. Sumamos y seguimos.
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