Para darnos cuenta de lo que ha pasado hay que empezar por decir que el Presidente de Bolivia, Evo Morales, decidió dejar la vía de la buena voluntad con Chile y jugárselo todo a la carta de una demanda al país andino ante el el Tribunal Internacional de La Haya hace la friolera de cinco años. En estos últimos cinco años, por lo tanto, no se ha avanzado absolutamente nada en la solución bilateral del conflicto. Muy al contrario, lo que ha sucedido ha sido un enorme retroceso, habida cuenta de que las autoridades chilenas, por supuesto, se tomaron como una afrenta esta demanda ante el máximo tribunal internacional.
Lo que La Haya debía dirimir era si Chile estaba obligado a sentarse a negociar con Bolivia una salida soberana al mar de este último país. Algo que históricamente los dos países llevan negociando, en razón de buena voluntad, desde el tratado de paz de 1904 (pero con nulos resultados hasta ahora), que se produjo básicamente después de la guerra entre los dos países que le costó a Boliva perder su salida al mar a manos de los chilenos (tratado que resumidamente viene a aceptar las fronteras actuales y dar a Bolivia el derecho a usar los puertos y el territorio chileno de forma completamente gratuita para carga, descarga y transporte de sus mercancías).
Curiosamente las espectativas eran mucho más favorables a Bolivia que a Chile. Como de lo que se hablaba no era de obligar a Chile a darle esa salida al mar a Bolivia, sino meramente de obligarle a sentarse a negociar, se esperaba que, de alguna manera, el Tribunal Internacional de La Haya optase por dar la razón a Bolivia. Esta idea estaba asentada tanto en autoriades boliviana como chilenas. Es por ello que la delegación bolivina estuvo encabezada por el actual presidente, Evo Morales, y de ella formaron parte todos los expresidentes vivos (menos uno) y el Ministro de Asuntos Exteriores. Mientras tanto la delegación chilena estuvo encabezada únicamente por el embajador de Chile ante la ONU.
No querían las autoridades chilenas hacer todo un montaje internacional para cosechar una auténtica derrota. Y eso, curiosamente, es lo que les pasó a las autoridades bolivianas. Se trasladaron a La Haya únicamente para ver como, uno tras otro, el Tribunal iba tumbando todos los ocho puntos en los que habían basado sus esperanzas. Y el final fue escuchar como esa decisión, que en todo caso se esperaba bastante dividida, fue tomada por doce jueces que apoyaron las tesis chilenas frente a únicamente tres que se decantaron por las bolivianas. Doce a tres que fue más bien un once a dos, si descontamos los dos jueces nombrados por los países en letigio, uno por país, que tradicionalmente apoyan las tesis del país que los nombra.
Evidentemente la reacción en Chile de franco regocijo, ante una victoria que no esperaban. Mientras tanto las caras de los bolivianos eran todo un poema. El Presidente de Chile, Sebastián Piñera, mostraba una alegría casi incontenible (acompañado de otras autoridades que estaban eufóricas) y habló por los codos en una alocución a la puerta del Palacio de Gobierno en Chile, en la que aceptó preguntas de los periodistas. Mientras tanto el comunicado de Evo Morales, Presidente de Bolivia, a las mismas puertas del Tribunal Internacional de La Haya, fue sumamente breve con una cara de auténtico funeral (las mismas que tenían los expresidentes, ministro y demás acompañantes) y no aceptó ninguna pregunta de la prensa.
La derrota diplómatica y judicial de Bolivia ante Chile no tiene paliativos. Ha sido sin lugar a dudas la mayor de su historia. Evo Morales pensó, cuando presentó la demanda, que iba a conseguir obligar a Chile a sentarse a negociar hasta llegar a un acuerdo final, y lo que ha conseguido ha sido exactamente lo contrario. Ahora Chile, en función de la sentencia del máximo tribunal internacional, tiene las manos completamente libres para negociar o no con Bolivia, y en caso de hacerlo poner sus condiciones de cuándo, dónde, y, lo más importante, cómo.
¿Qué va a pasar ahora? Pues, una vez oídas las reaciones de las autoridades chilenas, más bien nada. Vinieron a decir que la pelota está en el tejado de Bolivia, quien a través de Evo Morales tomó hace cicno años un camino que finalmente no le ha conducido a ninguna parte. Que ellos quieren buenas relaciones de vecindad y tal, sí. Pero sobre negociar la salida al mar de Bolivia no dijeron una sola palabra. Hicieron énfasis, eso sí (mucho) en que esperan que Bolivia acate la sentencia. Y que ahora habrá que ver que pasos y que actitud toman las autoridades bolivianas.
Autoridades bolivianas que, por lo dicho por Evo Morales, no parece que vayan a estar muy por la labor de poner las cosas fáciles. Dijo que Bolivia nunca renunciará a una salida soberana al mar y que para ellos buscaría una nueva negociación con Chile. Y lo dijo con una actitud que parecía más bien que Bolivia había ganado el pleito, en vez de cosechar el sonoro fracaso que fue; basándose para ello, ojo al dato, en un solo párrafo de toda la larguisíma sentencia que venia a decir que esa sentencia no prohibía que los países dialogaran (faltaría más que una sentencia prohibiera el diálogo entre dos países, personas o lo que sea). Vamos que Morales se aferró a un clavo ardiendo de unas pocas palabras, en vez de aceptar humildamente el fallo y decir algo así como que ello cerraba un periodo de de enfrentamiento y daba comienzo una nueva etapa en la que Bolivia y Chile podrían mantener relaciones de buena vecidad y con buena voluntad dialogar de todos los puntos en litigio entre ambos países, incluido el de la salida al mar de Bolivia.
Así están las cosas. Chile tiene de su parte los hechos (ganó el terreno y lo conserva), la fuerza (su ejército es incomparablemente superior al de Bolivia), los acuerdos (el más importante, el de 1904) y la ley (la sentencia de marras). Bolivia no tiene absolutamente nada, más que su orgullo herido.
Como dije, no creo que pase nada. Los chilenos pensarán que si han pasado cinco años sin avanzar puede pasar otros cinco. Y los bolivianos se encerrarán en sí mismos. Ojalá me equivoqué.
Otro día hablo del acuerdo de 1904 y de las condiciones actuales de la salida al mar de Bolivia.
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