La verdad, no sé qué decir. Bueno, tal vez sí, pero lo que pasa es que si lo digo lo más probable es que me arrepentiré después. Porque no basta con condenar los brutales atentados coordinados, llevados a la práctica mayoritariamente contra católicos, pero también contra turistas, por fanáticos musulmanes en Sri Lanka, que han dejado, por ahora, cerca de tres centenares de muertos y otros cinco centenares de heridos.
Repito, no basta con condenarlos. Ni basta con llamar fanáticos religiosos asesinos musulmanes a los fanáticos religiosos asesinos musulmanes. Ni tampoco basta con decir que deben pagar por sus barbaridades los que no se han suicidado con, al menos, la cadena perpetua.
Habrá que hacer algo más que eso. Habrá que poner los medios para que eso no pase. Ni allí ni aquí. Y es ahí donde se me acaban las palabras. No las ideas. Pero mejor dejémoslo así.
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