Bueno, pues tuvimos el segundo debate electoral que como todo apuntaba fue muy diferente al primero. Voy rápidamente con mi opinión, de peor a mejor.
A Pedro Sánchez le vi algo mejor que ayer en las formas, pero en el fondo era más de lo mismo, apoyándose en la manipulación, la tergiversación y la mentira. Más incisivo sin duda, pero rehén de su pasado y de sus compromisos secretos. Lo único que pudo hacer, como era previsible, era sacar una y otra vez a pasear el espantajo de la extrema derecha.
Albert Rivera estuvo al mismo nivel que ayer. No se le podía pedir más, porque había puesto el listón muy alto. Extraordinario en el tema catalán y de pactos con la foto y mención de Otegi. Y la lista de los casos de corrupción del PSOE es para matricula de honor. Esta vez no hizo el ridículo en su minuto de oro.
Pablo Casado me gusto mucho. Le vi desde luego muchísimo más al ataque que ayer. Lo necesitaba. Y se mostró como clara alternativa a Sánchez, consiguiendo lo que pretendía, dar imagen presidencial. Muy bueno su minuto de oro, el mejor de los cuatro.
Y finalmente fue Pablo Iglesias el que creo que ganó el debate (aunque los tres -él, Casado y Rivera- estuvieron a un nivel parecido). Dejó el papel de excesiva moderación de ayer y apareció el Pablo Iglesias que todos conocemos, agresivo, combativo y peleón. Consiguió sobresalir en medio de un debate bronco, pero sin entrar en esa bronquedad. Y lo consiguió. Ganó; no por mucho, sin duda; pero sí, ganó.
El debate en sí me gustó. Aunque en algunos momentos los moderadores perdieron el control del mismo y el cuerpo a cuerpo fue algo excesivo. Políticamente no ha aportado mucho, posiblemene nada. Pero sin duda ha sido un espectáculo político muy entretenido.
Esa es mi opinión antes de haber leído nada sobre el tema.
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