La verdad es que he asistido a los dos debate electorales con interés. Pero un interés que es el mismo que tengo al ver una película, o tal vez mejor dicho una obra de teatro, o incluso con mejor comparación un espectáculo circense. Y no han defraudado. Pero ha sido todo.
Nada cabía esperar en la línea de un civilizado contraste de pareceres, o en la comparación de diferentes programas de gobierno. Insultos, golpes de efecto, descalificaciones, mentiras descaradas, acusaciones infundadas, gestos de cara a la galería, silencios ante cuestiones incómodas y un largo etcétera de despropósitos políticos.
Es triste que la política española haya caído hasta ese nivel tan bajo. Cierto es que para sacar a un Presidente de Gobierno siempre se ha aplicado el todo vale. Y para quedarse de Presidente de Gobierno también. Pero al menos en otros tiempos se guardaban las formas. Puede ser que todo esto sea incluso positivo, porque los políticos de ahora sean menos hipócritas que los de antes.
Sea como fuere la realidad es que la política española no trata de medidas sobre como hacer que los votantes tengan una vida mejor, sino que es un mero entretenimiento, un espectáculo, un teatro, un circo, una payasada.
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