Que si no quieres té, toma dos tazas. Sánchez hizo lo posible y lo imposible para no tener un debate a cuatro y ahora se va a ver obligado a asisitir a dos, y en días consecutivos.
Evidentemente su estrategia se basada en tener el famoso debate a cinco y agitar el espantajo de Vox. Pero todo se fue al traste con la decisión de la JEC de vetar al partido de extrema derecha. Y Sánchez pensó entonces que del mal el menos, y mejor jugar en campo propio que en uno neutral, así que desandó el camino y dijo que mejor en TVE, medio que se plegó a sus exigencias y programó el debate el mismo día y a la misma hora en que estaba programado el de Atresmedia.
Con lo que no contaba es con el plante de los otros tres candidatos. Incluido Iglesias. Pero Sánchez, terco él, siguió adelante con su estúpida idea. Algo que era insostenible. Tan solo de imaginarse a él, solo en TVE, y a los otros tres a la misma hora en Atresmedia, con su lugar vacío, y hablando la mayoría del tiempo de su ausencia, a los estrategas socialistas se les debieron poner los pelos de punta. El coste en votos de esas dos imágimas superpuestas y emitidas a la vez podía ser inmenso.
A lo que cabe añadir que, además, los propios profesionales de RTVE se rebelaron contra Sánchez. Y por partida triple. Los de TVE, RNE y RTVE.com emitieron notas condenando la manipulación de la entidad al servicio del PSOE y de su candidato.
La cosa no podía pintar peor.
Así que, contra su voluntad, se ha visto obligado a rectificar. Tendrá que ir el lunes al debate que él mismo se sacó de la manga, el de TVE, y al día siguiente el que ya estaba programado, el de Atresmedia. Sin Vox. Y con la evidencia de que le están llevando por las orejas.
El ambiente ha cambiado, y no precisamente a su favor. Casado y Rivera le van a recordar todos los temas sensibles. Sánchez podrá intentar sacar el fantasma de Vox, claro está. Pero los otros dos le podrán decir que es él quien le está haciendo la campaña a la extrema derecha para su conveniencia.
Si ya la ministra Montero lo pasó mal en el debate a seis, lo que puede pasar en estos debates a cuatro con Sánchez puede ser bastante peor. Porque ni Iglesias puede salir en su ayuda, ante la necesidad que tiene de desmarcar a Podemos del PSOE o, si no lo hace, que el partido de extrema izquierda sea engullido electoralmente por los socialistas.
No creo que sean aburridos los debates. Ninguno de los dos. Casado y Rivera tienen que jugarse el todo por el todo en una recta final de campaña con las encuestas en contra. Y aquel que pierda el primer debate aparecerá con imperiosa necesidad de revancha en el segundo, al día siguiente.
El espectáculo está servido. Por fin.
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