Hace unos días, hablando con mi hija, me dijo: yo
sé que la salud mental es importante, ¡pero es que mi generación es tan débil! Estaba hablando, sin saberlo, de esa generación de la que una buena parte de jóvenes empiezan a trabajar con 16 años, a la vez que estudian sus últimos dos años de la secundaria, y el resto lo hace a los 18, teniendo que compatibilizar trabajo y estudios universitarios. Una generación infantilizada porque sus integrantes deciden luchar por su bienestar personal y el de su familia a través de todo el esfuerzo que sea necesario.
No es que mi hija sea dura o insensible; más bien todo lo contrario; de hecho ya ha tenido algunos problemas, ninguno grave, por ayudar a quien no se lo merecía. Es que en el hogar aprendió que lo que se quiere conseguir, sea lo que sea, solo se puede lograr con esfuerzo y constancia.
Por eso ella habla de una generación débil. Y sin conocer lo que hay en España.
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