Cristina Fernández de Kichner (conocida con CFK), expresidenta argentina en el pasado y vicepresidenta actual, ha sido condenada por corrupción. Nada nuevo bajo el sol de Latinoamérica (bueno, sí, la condena).
Lo curioso es como desde España la extrema izquierda, representada por las ministras Irene Montero e Ione Belarra, ha apoyado incondicionalmente a una evidente corrupta. Las dos, Montero y Belarra, culpabilizan a los jueces y los periodistas (la segunda habla de persecución, la primera directamente de guerra). No se analizan, por supuesto, los argumentos de la sentencia. ¿Para qué si es una de las nuestras? Como en el caso de Mónica Oltra.
La extrema izquierda es así. Ellos (y ellas, claro) pueden hacer lo que quieran. Y cuando les agarran en un renuncio, sea del tipo que sea (a la argentina en la corrupción, a la española en una ley que beneficia a violadores) la culpa es de los jueces y de los periodistas. Ambos colectivos al servicio de la extrema izquierda. Los que les favorecen, parta utilizarlos; los contrarios, para culpabilizarlos. Y luego quieren dar clases de libertad, democracia y bla, bla, bla.
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