Cuando leí el título de la columna, El intento de linchar a Pablo Iglesias, pensé que era algo irónico, por los múltiples intentos de linchamiento de este personaje a casi todo el que discrepa con él. Pero no, para nada. Va en serio. Su artículo se convierte en un panegírico digno de mejor causa.
Dice este buen hombre que articulistas y tertulianos multiplican sus ataques contra el líder podemita, a veces con inadmisibles insultos y descalificaciones irrazonables. Claro, es comprensible que los critique, porque Pablo Iglesias siempre ha sido una blanca paloma, un hombre educado que nunca ha atacado a nadie, jamás ha insultado a otro y en absoluto ha usado ninguna descalificación contra una persona.
Añade que cosechó en su día más de 5.000.000 de votos y que mantiene todavía alto respaldo popular. Sí, claro, cosecho esos votos porque Rajoy se la jugó a la división de la izquierda. Y el respaldo popular ya lo vimos en las elecciones madrileñas.
Nos cuenta que es un intelectual que carga sobre sus hombros un notable equipaje cultural. Supongo que dentro de ello habrá que incluir su machismo y que le encantaría azotar a una mujer hasta hacerla sangrar.
Alaba que demostró fuerza dialéctica en los debates del Congreso. Tanta que recurría constantemente al insulto y a la descalificación del adversario, particularmente cuando eran mujeres.
En otro punto pasa a elogiar que consiguió diez diputados –tres más de los que tenía– en la Asamblea de la Comunidad, pero que consciente de que Gabilondo no había obtenido el resultado necesario para formar Gobierno en Madrid, se apartó de la acción política directa. ¿Y por qué no cosechó Iglesias los votos desencantados del PSOE, por ejemplo? Esperaremos sentados la respuesta.
Cuando leí que pudo beneficiarse de las puertas giratorias y presidir una gran empresa pública me entró la risa. Es lo que hubiera faltado, después de lo del chalet en Galapagar.
Pero tal vez lo mejor de todo es el párrafo final: como es lógico, se puede discrepar de sus posiciones políticas, pero desde el respeto, sin insultos ni insidias, sin ese intento de linchamiento para reducirlo a cenizas de la nada. Y esto lo dice de un sujeto que ha utilizado y utiliza el linchamiento civil como un arma diaria.
No puedo entender la admiración de Luis María Ansón (lo siento, no puedo escribir Anson) por un sujeto tan despreciable y canalla como es Pablo Iglesias.
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