El relato de lo ocurrido impresiona, la verdad. Un grupo de personas pacíficas acosadas salvajemente por otro grupo, mucho mayor, de violentos, sin tener ningún tipo de protección. En esas circunstancias, con los energúmenos desatados y sin ningún control externo, cualquier cosa puede suceder que acabe con uno de los acosados en urgencias hospitalarias o incluso en el cementerio.
¿El delito de las víctimas? Instalar una pacífica carpa en una universidad catalana para ofrecer información de una asociación de jóvenes no nacionalistas al que tuviese a bien ir a solicitarla. Una auténtica provocación, según, ojo al dato, los mismos profesores de la universidad. Ya saben, como antaño, cuando la culpable de la violación era la chica por ir con una minifalda. Pues ahora igual, los culpables de los ataques son los que intentan expresar sus ideas, contrarias a las de los violentos, con pacífica libertad. España en general y Cataluña en particular.
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