Hace un par de meses pudimos tener conocimiento de los intensos apoyos de Rusia a una Cataluña independiente en 2017. A lo anterior hay que añadir que Putin envió espías y miembros de una unidad militar especializada en desestabilizaciones y que ofreció 10.000 soldados a Puigdemont. Y que los contactos entre secesionistas y rusos continuaron incluso con la intentona independentista fracasada.
Lo que pasó no es un juego. Ni tampoco lo que puede pasar. Putin tiene dos obsesiones, la grandeza de Rusia y la destrucción de la UE y de la OTAN. Ya sabemos como se las gasta este sujeto y los límites que tiene para conseguir sus objetivos (ninguno). Y también nos consta que para los independentistas catalanes su fin justifica todos los medios. Así que mucho ojo con lo que Rusia podría hacer en una nueva intentona independentista de Cataluña.
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