Cuando se va acercando
el final de la legislatura muchos gobiernos de coalición se rompen de mutuo acuerdo, en una escenificación que conviene a los dos lados, para conseguir marcar diferencias y movilizar cada uno a su electorado. Es lo que podría pasar con Unidas Podemos en el Gobierno. O tal vez solamente con el lado podemista, quedándose Yolanda Díaz y Alberto Garzón.
Cuesta creerlo, porque en lo personal no les conviene, ya que en ningún sitio esta gente va a cobrar los sueldos que perciben en los ministerios, y porque existe una altísima probabilidad, con las encuestas en la mano, de que cuando salgan de las sedes ministeriales no vuelvan a entrar jamás.
Pero por otro lado a Unidas Podemos le va a ser muy difícil marcar un perfil propio de cara a las próximas citas electorales estando en el Gobierno, ya que cada vez queda más claro el ninguneo al que han sido sometidos sus representantes por el lado socialista (envío de armas a Ucrania, cambio de postura en la cuestión del Sáhara, actual reforma de la ley del solo sí es sí, etc.).
Así que la ruptura es una decisión que le convendría a Unidas Podemos, para movilizar a sus votantes; pero también al PSOE, para intentar diferenciarse de UP y tratar de girar hacia el centro y que el PP no le coma la tostada en ese lado.
En cualquier caso la política española sigue siendo un interesante espectáculo circense.
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