Estoy escuchando la tertulia de RNE, en la que los participantes, todos escandalizados, están tratando la noticia por la que nos hemos enterado de que la hija que Ana Obregón ha tenido por gestación subrogada en Estados Unidos fue creada a través del semen de su hijo, muerto hace tres años. Y los periodistas se llevan las manos a la cabeza por el hecho de que la niña es la nieta biológica de Ana Obregón (de tétrico lo califican), y porque ha vendido la exclusiva a una revista, y porque en las fotos sale sin arrugas (sí, no estoy exagerando), y porque se conoce la identidad de la mujer que ha gestado a la niña, y no sé cuántas cosas más por las que se escandalizan. Por cierto, incluso han dicho que sí, que antes hubo otros que hicieron lo mismo (traté el tema), pero no los han criticado lo más mínimo, porque, han dicho, ni hicieron un show del tema, ni vendieron exclusivas. Se os ve de donde cojeáis, aunque intentéis ocultarlo.
Pero ninguno de ellos ha dicho nada de la manipulación de la vida humana. Absolutamente nada. Ninguno. Claro, tampoco hay que sorprenderse. Aquí se trata de legislar (lo han dicho con esta palabra) en la dirección que ellos consideran correcta, que no es otra, evidentemente, que la de limitar la libertad de la gente, rica y pobre, por las razones que a ellos se les antoja. Pero no se trata de legislar (ahora soy yo quien escribe la palabra) la prohibición (sí, prohibición) de manipular la vida humana. Que es precisamente lo que yo he defendido antes de conocer el caso de la hija-nieta de Ana Obregón, lo que defiendo ahora y lo que defenderé después.
Aquí, hipócritamente, se olvida intencionadamente que si abrimos la puerta a la creación de vida humana fuera de los cauces naturales y/o la posterior manipulación, en el sentido que sea, del embrión humano, nos encontramos con auténticas aberraciones científicas de las que una es la gestación subrogada, sin duda; pero las hay incluso peor, como son, por ejemplo, los abortos selectivos de niñas (nadie se atreve a hablar del tema, porque, claro, afecta al aborto), la creación de bebés genéticamente a la carta, la manipulación genética de bebés en cualquier dirección o la posible creación de seres humanos para tareas específicas.
No, el problema no es Ana Obregón, su hija-nieta o todo el show que ella ha montado en todo este tema. Todo eso está permitido dentro del marco legal actual. El problema, horrendo, es que se está permitiendo manipular la vida humana en su inicio, con todo lo que ello implica. Y sobre eso, pandilla de hipócritas, nadie dice absolutamente nada.
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