La traición es consustancial a la política española. En el pasado,
en el presente y en todas las formaciones políticas. ¿Alguien se acuerda de lo que le hicieron a Adolfo Suárez hace algo más cuarenta años? ¿Y como se las gastaron en el PSOE a partir de 1982? Y las cosas no fueron diferentes en AP y PP posteriormente.
Pero no vayamos tan lejos. Repasemos muy brevemente el presente de la política española en este sentido. Empecemos por la extrema derecha y como Santiago Abascal apuñaló por la espalda (políticamente, se entiende) a Alejo Vidal-Quadras para quedarse con Vox. Sigamos por la derecha clásica y como Casado traicionó a Ayuso, llegando incluso a acusarla públicamente sin pruebas de corrupción. En el centro hace poco asistimos a la brutal traición de Edmundo Bal a Inés Arrimadas. Llegando a la izquierda tenemos a Pedro Sánchez en el PSOE y en el Gobierno, que ha traicionado a todo aquel que ya no le servía para permanecer en el poder. Y finalicemos en la extrema izquierda de Pablo Iglesias, que ha traicionado a todo aquel que no se ha plegado a la genuflexión continua (recuerdo, así, de memoria, porque no tengo ganas de buscar más, a Íñigo Errejón, Tania Sánchez y Carolina Bescansa, pero sin duda hay muchísimos más).
En esas condiciones, criticar la traición de Yolanda Díaz a Pablo Iglesia me parece simplemente ridículo. Cierto que él la hizo ministra y posteriormente vicepresidenta de Gobierno. Pero fue, a nadie se le escapa, porque la quería manejar y ser él quien tomara las decisiones. Por eso ella desde el principio prefirió tomar sus propias decisiones. Y eso el dictadorzuelo en la sombra, a través de, estas sí, Irene Montero e Ione Belarra, no se lo ha perdonado. Y esa y no otra es la causa de que Podemos no estuviera en la presentación de Sumar. Algo que, con toda razón, Yolanda Díaz ha considerado que es causa razón para romper todos los puentes con Podemos. Porque en estas circunstancias traicionar a Pablo Iglesias era la única opción de supervivencia política para Yolanda Díaz, ya que lo contrario era que él la manipulara hasta que la considerara prescindible.
¿Traición? ¿Y tú me hablas de traición? Porque traición eres tú, Pablo Iglesias.
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