A pesar de las diferencias que me separan de ella (se declara atea, mientras que yo soy cristiano), la verdad es que tengo un cierto grado de admiración hacia Ayaan Hirsi Ali, la mujer somalí refugiada en Holanda que se atrevió a rechazar públicamente la religión musulmana y a escribir su libro "Yo acuso" sobre las barbaridades del Islam; por ello recibió amenazas de muerte completamente creíbles y desde entonces ha vivido bajo protección policial.
Pero ahora Holanda le niega el pan y la sal. Sus vecinos se quejan de que no están seguros por el hecho de que ella viva allí; y lo peor es que los tribunales holandeses les dan la razón y conminan a Alí a dejar su domicilio definitivamente en el plazo de cuatro meses. Pero a renglón seguido la ministra de Inmigración holandesa le retira la nacionalidad de dicho país, por haber mentido en su nombre cuando la pidió (mentira que se debió a que no quería verse obligada a casarse con quien no deseaba).
En función de ambas circunstancias, Hirsi ha tomado la decisión de abandonar Holanda y refugiarse en Estados Unidos.
¿Qué hay detrás de todo esto? Es lo mismo que pasó cuando las viñetas de Mahoma. A mí no me gustaron, pero quien las hizo y publicó tenía todo el derecho del mundo en virtud de la libertad de opinión. Pero al final casi todos los gobernantes salieron diciendo que "entendían" lo ofendidos que estaban los musulmanes por los dibujos en cuestión (sentimiento que mostraban en forma de manifestaciones públicas violentas con gritos asesinos contra los países libres), y prácticamente nadie defendió (desde la concordancia o discrepancia) la libertad de expresión de los autores y publicadores.
Lo que hay, por lo tanto, está claro que es un miedo a los fanáticos musulmanes. Bueno, miedo no. Terror, pánico.
Nos encontramos con que los musulmanes ya no solo imponen sus brutales leyes en sus países, sino que empiezan a imponerlas también en la Europa libre. Libre, pero cada vez menos.
Y es que, además, en el caso de la desprotección a Hirsi Alí están personificados en pequeño los estamentos más importantes. Los gobernantes (la ministra de Inmigración) le han dado la espalda, los jueces (el tribunal) le han dado la espalda, y lo peor es que la sociedad misma (sus vecinos) le han dado la espalda.
Siento escribir esto, pero mi confianza en la Unión Europea como defensora de las libertades es cada vez menor. No pierdo la esperanza, pero, sinceramente, cerca estoy de perderla. Y no me queda ni la salida de cargar la culpa sobre políticos o jueces, porque sus mismos vecinos, representando a una sociedad europea mayoritariamente presa de sus perseguidores, fueron los primeros en ponerla a los pies de los caballos.
¿Qué se puede esperar de un país, de una comunidad de países, que da la espalda a una víctima por miedo a sus atacantes? Me cuesta hasta escribirlo, pero con dolor, con mucho dolor, veo una Europa (políticos, jueces, sociedad) que se arrodilla ante el Islam.
Lo único bueno en todo esto es que parece que Estados Unidos va a ayudar a Hirsi Alí a protegerse de sus fanáticos perseguidores musulmanes, dándole acogida en su territorio. Si se confirma, ello hablará muy bien de un país, Estados Unidos, que demostrará que sigue protegiendo a los perseguidos por sus ideas, sin temer a los que intentan darles caza. Espero y deseo que este caso sea finalmente un caso aislado, y que finalmente Estados Unidos no tenga que ser refugio obligado de perseguidos en la Unión Europea. Aunque si Europa sigue arrodillándose ante el Islam no me sorprendería lo más mínimo.
Artículo publicado originalmente en Spero Press
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