sábado, 9 de marzo de 2019

Un feminismo secuestrado por la extrema izquierda



Siempre me he considerado feminista. En el sentido de defender la igualdad de derechos del hombre y de la mujer. Desde el punto de la libertad individual, que es el eje central de mis ideas políticas. Por lo tanto siempre he creído que no se debe discriminar a una mujer en ningún ámbito de la sociedad por el hecho de serlo.

Pero leyendo el manifiesto de la manifestación feminista de ayer en Madrid observo que va más allá de eso. Mucho más allá.

La parte previa del panfleto ya empieza mal, hablando de que hay mujeres amenazadas por el extractivismo, las empresas transnacionales, y los tratados de libre comercio. Política de izquierdas y no defensa de la mujer. Mal empezamos.

Y mal seguiremos. Porque somos antirracistas estamos contra la ley de extranjería y los muros que se levantan en nuestro país; porque somos antimilitaristas estamos contra las guerras, que son una de las causas que obligan a las mujeres a migrar. Así, a palo seco. Ni fronteras ni armas. Y todo en plan feminista.

Pero ahora empieza lo bueno. Este año nos unimos al grito global lanzado por las mujeres en Brasil, en EEUU, en Italia, en India y en otras partes del mundo... ¿Algún país musulmán? No hace falta, porque, claro, están englobados en eso de en otras partes del mundo. Por más que en la inmensa mayoría de ellos la mujer no pinta nada, a la vez que la mujer es abusada de todas las formas imaginables por el hombre sin que al abusador le pase abslutamente nada. ¿No hay que nombrar esos países? Por lo visto parece que no. Pero sí Estados Unidos, Italia y Brasil. Que tienen gobiernos derechistas.

Y así llegamos a los motivos.
No habla solamente de mujeres, sino de una sociedad que respete y valore la diversidad sexual, de identidad y/o expresión de género. Yo respetar, la respetaré, en base a la libertad individual, ¿pero también tengo que valorarla?

Y vamos a más. Para que la educación afectivo-sexual esté contemplada en el currículo escolar y sea integral, libre de estereotipos sexistas, racistas y LGTBIfóbicos. ¿Y la libertad de los padres de elegir la educación de sus hijos? Vamos, imposición educativa pura y dura de sus valores.

Pero la cosa sigue in crescendo. Que el aborto esté fuera del Código Penal (supongo que quiere decir posibilidad de abortar durante todo el embarazo). Para romper con las fronteras, el racismo y la xenofobia que nos atraviesa y recorre toda la sociedad (al cuerno las fronteras y que ve trasladen a Europa en general y España en particular todos los africanos que quieran).

Y llegamos a lo que es tal vez el corazón del asunto. Para que ninguna mujer tenga que migrar forzada por las políticas coloniales, neoliberales y racistas del Norte Global, que producen situaciones económicas, bélicas, sociales y ambientales insostenibles. Vaya, nuevo expresión (al menos para mí). El Norte Global. Malo, malísimo, Culpable de todo. Curiosamente es en ese Norte Global donde más prosperidad hay y donde las mujeres tienen más derechos; mientras que en casi todos los otros sitios lo que hay es pobreza y ataques brutales a las mujeres. Pero, ¿a quién puñetas le importa eso?

Y seguimos con el buenismo. Un mundo donde nadie muera en el mar, sin muros, alambres, vallas, concertinas ni CIEs. Lo dicho, abajo las fronteras y que Africa entera se traslade a España.

Todo lo anterior (metido en medio de reclamaciones feministas con las que se podrá estar o no de acuerdo, pero que atañen, esas sí, a las mujeres) no es más que ideología de extrema izquierda. Son postulados que muchos de ellos ni tan siquiera el izquierdista PSOE de Sánchez puede asumir.

A lo que hay que añdir el transcurso en sí de la manifestación, con elementos auténticamente soeces, lemas violentos, ataques a la libertad individual, faltas de respeto a opciones diferentes y extremismo a raudales.

Todo ello da como resultado un feminismo secuestrado por una peligrosísima ideologia, la extrema izquierda.

¿Podrán la derecha y/o el centro liberar al feminismo de ese secuestro? Me temo que no. Ojalá me equivoque.

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