Mucho se ha escrito sobre el apoyo de Inés Arrimadas y Cs a la cuarta prórroga del estado de alarma, que a fin de cuentas supuso un salvavidas político (al menos en el corto plazo) para Pedro Sánchez. La mayoría de la prensa anti-PSOE piensa (o los que les pagan, pero ese es otro tema) que la jerezana únicamente lo hizo por estrategia política, para desmarcarse del PP (y alejarse aún más de Vox).
No seré yo quien afirme que en la decisión no hubo estrategia política. Arrimadas es hoy en dia una política profesional y como tal sabe que las ocasiones hay que aprovecharlas. Y creo que ello es legítimo.
Pero estoy convencido de que, mucho más que estrategia política (que, repito, existió), Inés fue totalmente sincera en su planteamiento. Me baso para ello en su mención, al final de su segunda intervención (que empieza en el momento 5:57:46) de su cercana martenidad (lo hace en el momento 6:04:25), instante en que abandona el tono de dura crítica al Gobieno y a Pedro Sánchez con un punto de chulería (tan típico en ella) y se le quiebra la voz a causa de un llanto incipiente, que consigue controlar, pasando a mencionar que cuando se vota no se debe pensar en salvar una carrera política, sino en salvar vidas y empleos.
Cuando una mujer menciona en público su cercana martenidad y ello hace que se le quiebre la voz es solamente por una de estas dos razones: o es una canallada teatral o es una sinceridad de corazón. No hay término medio. Y no, Inés Arrimadas no es ninguna canalla. Fue completamente sincera.
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