Leí no recuerdo donde que se destaparon las burlas de la masa twittera socialcomunista contra Verónica Casado, Consejera de Sanidad de Castilla y León, y contra Isabel Díaz Ayuso, Presidenta de la Comunidad de Madrid, por el hecho de que ambas no pudieron evitar llorar en público, la primera mientra leía la lista de los sanitarios muertos por coronavirus y la segunda cuando asistía a un funeral por los fallecidos por la pandemia.
Esas burlas, repito, de la masa twittera socialcomunista darían la impresión de que los líderes de los partidos de izquierda no llorar, o, al menos, no lo hacen en público.
Pero nada más lejos de la realidad. Que también ellos tienen su corazoncito y sus sentimientos que les llevan a romper en llanto delante de sus semejantes portadores de micrófonos y cámaras.
Me vienen a la mente un par de ejemplos. Como cuando a Pedro Sánchez se le quebró la voz por el llanto en su renuncia al acta de diputado después de que el PSOE le quitara su liderezgo de dicho partido (supongo que porque veía que era su final político). Y como cuando la pareja Montero-Iglesias rompió en llanto ante la positiva votación de investura de Sánchez como Presidente del Gobierno con los votos de Podemos (supongo que porque se veían ya en el Consejo de Ministros).
No, el llanto en público no es patrimonio de los (y las) líderes de la derecha. Los (y las) líderes socialistas y comunistas también lloran en público. Lo único en que se diferencian es que lo hacen por razones distintas. Muy distintas.
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