Pedro Sánchez tiene por costumbre ser arrogante con unos (el PP, por ejemplo) y genuflexo con otros (los independentistas y Marruecos, también como ejemplos), sin que suela haber termino medio.
Pues ahora ha elegido para su altivez a la Unión Europea y, dentro de ella, a los países que tienen ya, y tendrán más en el futuro cercano, problemas de abastecimiento de gas, porque proviene de Rusia; países que, por esas casualidades de la vida, son de los más ricos de la UE.
Dentro de lo que el periódico de extrema izquierda llama órdago a Bruselas (no lo digo yo, lo dicen ellos mismos) pronunció la siguiente frase de la ministra Teresa Ribera que me llamó mucho la atención: Los españoles no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético. Vamos, afirmando implícitamente que hay países, los que ahora necesitan el gas, que sí han vivido por encima de sus posibilidades en el plano energético.
Pues tengo la impresión de que este señor, por boca de la ministra, erró completamente con el objeto de su habitual prepotencia. Repito, los países ricos de la Unión Europea. Que supongo que habrán tomado nota del desafío.
No estoy diciendo que debió aceptar la reducción del consumo del gas por parte los españoles. Para nada. Pero en estos temas internacionales las formas son tan importantes como el tema. Y el Gobierno español se pudo comportar mucho más educadamente de lo que lo hizo.
Y esa arrogante falta de educación le puede pasar factura no tardando mucho. Puede que ahora se salga con la suya, porque los países de la crisis gasística tengan que ceder obligados por las circunstancias y por la necesidad de la unanimidad de la UE. Pero el tiempo (y no mucho ciertamente) pasará y España necesitará ayudas de la UE. Y entonces será el momento de que los países ahora insultados por Sánchez se venguen del agravio. Porque ya lo dice el dicho: arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Aunque no será Sánchez el que pague el precio de esta estupidez (una más), sino los españoles.
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