Toda guerra es evitable. Toda guerra es estúpida. Como ejemplo me viene a la menta la actual Unión Europea. ¡Cuantós millones de muertos, torturados, etc., costaron las actuales fronteras internas de la UE! ¿Y para qué? Porque ahora esas fronteras en la práctica ya no existen. Y no solamente eso, sino que casi todos los países europeos que están fuera de la UE quieren entrar en ella, para así hacer desaparecer lo antes posible sus fronteras con la organización.
Pero la estupidez humana sigue la senda guerrera. Y claro, lo más cerca que tenemos para demostrarlo es la guerra de Rusia contra Ucrania. De una brutalidad que no se veía en Europa con toda seguridad desde las guerras de la antigua Yuguslavia, y probablemente peor que en las mismas, teniendo que irnos hasta la Segunda Guerra Mundial para ver algo más terrible.
No soy pacifista, creo en el derecho a la defensa. Pero no entiendo el ataque. Más allá de los números y de los mapas existen las personas. Expulsadas de sus hogares, violadas, torturadas brutalmente, mutiladas salvajemente a través de la tortura, asesinadas a sangre fría (a lo que hay que añadir, por supuesto, los heridos leves, graves, mutilados y muertos en combate o producto de ataques). Porque, como me decía mi madre, que vivió la Guerra Civil Española, la guerra es el peor de los males, porque en la misma no existen reglas. La guerra es la maldad humana en su máxima expresión.
Y repito, ¿para qué? Para nada en la práctica. El tiempo (a veces mucho, sin duda) acaba poniendo a cada cual en su lugar. Y demuestra el sinsentido de la guerra y la inutilidad de cada víctima de la misma.
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