Francisco no ha podido sostener por más tiempo al cardenal Donald Wuerl, acusado de encubrir casos de abusos sexuales a menores en el clero en el escándalo sacado a la luz por el Gran Jurado de Pennsylvania. Al final, aunque ha aguantado todo lo que ha podido, se ha visto obligado a
aceptar la renuncia. Y lo ha hecho con una carta llena de elogios. A un encubridor de pederastas. Ese es el Papa Francisco.
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