Es evidente que la
muerte del concejal Fernando Albán fue un asesinato del chevismo venezolano. Uno más. Pero no así para Zapatero, que confía en la investigación de los propios asesinos. Y hasta Human Rights Watch le tiene que poner en su
sitio. La verdad es que no sé ni como calificar a este hombre, que sigue arrastrando por el fango chavista su posición de expresidente de gobierno en España.
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