Lo que estamos viendo con los posibles pactos en autonomías y municipios no deja de ser entretenido, incluso divertido, para alguien como yo, que se toma esto de la política española como un pasatiempo.
Pero desde luego lo que se puede decir es que no es algo democrático. Democracia en sentido estricto es el gobierno del pueblo. Y aquí estamos hablando de unos pactos que, dependiendo de los acuerdos a los que lleguen los distintos partidos, pueden dar gobiernos no ya con visiones diferentes, sino completamente opuestas.
¿Y ese pueblo que supuestamente debe gobernar? Pues bien (creo), gracias. Pero, después de votar, ni está ni se le espera. Lo que estamos viendo no es ni de lejos una democracia. Es una partidocracia. O sea, un gobierno de los partidos. Partidocracia que no es necesariamente opuesta a la democracia, porque hay que reconcer que los votantes avalan esa partidocracia con su apoyo tácito.
¿La solución? Que apareciera un partido político, a ser posible liberal, que pusiera las cosas claras y demandara elecciones con una segunda vuelta entre los dos más votados. Entonces sí, podríamos hablar de verdadera democracia. Pero ese partido ni está ni se le espera. Y los votantes votan, y después, si no hay mayoría absoluta, son los partidos los que finalmente deciden.
Lo dicho, en España no hay una democracia real, sino una partidocracia aceptaba por los votantes.
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