El matonismo en la política española hacia
los propios no es nada nuevo. El primer matón político que me viene
a la mente es Alfonso Guerra, el amo del PSOE por delegación de Felipe González. Ejemplos actuales tampoco faltan. El ejemplo de matón en política en nuestros tiempos sería sin duda Pablo Iglesias. Pedro Sánchez tampoco se queda atrás, convirtiendo el PSOE en su cortijo, en el que hace y deshace a voluntad. Y en el PP teníamos hasta hace muy poco a Casado y, sobre todo, Egea.
¿Y en Vox? Nunca me gustó Santiago Abascal y sus formas hacía Vidal-Quadras; después de aquello siempre tuve la impresión de que no quería a su lado a nadie que le pudiera hacer sombra, por lo que, solo por ejemplo, mandó a Rocio Monasterio al parlamento madrileño; sin duda esa fue la mayor razón por la que mandó a Macarena Olona a Andalucía. Pero ahora me entero de que todo eso se quedó corto comparado con lo de Javier Ortega Smith, quien llegó hasta prohibir a Macarena Olona que participase en eventos en Madrid tras los malos resultados en las elecciones andaluzas. Y él también tiene quien le haga el trabajo sucio en el partido, un tal Tomás Fernández, quien se encarga de "matar" sin contemplaciones a todo el que discrepe.
Evidentemente en todas partes cuecen habas. Pero en algunos sitios son a calderadas.
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