sábado, 24 de septiembre de 2022

Podemos y el PCE se divorcian

Hace un par de noches escuché en Las Mañanas de RNE (yo suelo escuchar las dos primeras horas, de 11 de la noche a la 1 de la madrugada aquí en Houston, a veces más a veces menos, dependiendo del sueño que tenga) a Iñigo Alfonso pasarle el micrófono a otro periodista porque iban a dar una exclusiva de último momento. Alfonso es un progre de manual, pero para nada un sensacionalista, así que presté atención. El periodista en cuestión dijo que, según las famosas fuentes bien informadas, la ruptura entre Podemos e Izquierda Unida era un hecho y que la marca Unidas Podemos tocaba a su fin, ya que las dos formaciones irían separadas a las elecciones municipales y autonómicas de mayo del año próximo. Lo creí porque, además, Iñigo Alfonso que yo sepa nunca ha disfrazado en su programa como fuentes bien informadas su opinón o la de uno de sus colaboradores (algo que se da mucho entre otros periodistas). Iba a escribir del tema, pero finalmente me olvidé. Hoy me he acordado cuando lo he leído en mi visita diaria a Vozpópuli.

Me sorprende hasta cierto punto, porque se trata básicamente de un suicidio de la llamada izquierda a la izquierda del PSOE; vamos, de la extrema izquierda. Aunque parece que, después de lo que pasó en Andalucía, en el PCE (lo de IU me parece solamente un traje de seda para la mona) quedaron bastante resentidos y están aprovechando el tirón de Yolanda Díaz y que Podemos está en horas bajas para intentar volver a convertirse en el partido central de la mentada extrema izquierda. Aunque es evidente que la maniobra perjudica mucho las posibles expectativas de permanencia de Sánchez en Moncloa, porque, como dijo ese mismo día un contertulio muy izquierdoso del programa (no recuerdo su nombre), el votante a la izquierda del PSOE cuando se desencanta no vota PSOE, sino que se queda en casa.

En fin, un ingrediente más del espectáculo político español. Que siga la diversión.

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