Lo de Joe Biden es para nota. Primero unos colaboradores suyos encuentran por casualidad unos documentos confidenciales propiedad del Gobierno Federal de Estados Unidos, a quien le fueron sustraídos mientras él era vicepresidente, en una oficina privada; y los entregan, claro, porque por muy colaboradores que sean no quieren ir a parar a la cárcel por las tontunas del presi. Aunque, curiosamente, fueron descubiertos seis días antes de las elecciones legislativas de noviembre, pero los han ocultado hasta ahora. A nadie se le escapa que de haberse sabido el tema en ese momento probablemente los resultados electorales hubieran sido muy diferentes.
Luego Biden nos cuenta que él, claro, no sabía nada; aparentemente los documentos habían llegado allí por sí mismos. Pero posteriormente se han encontrado más documentos en poder ilegalmente de Biden, en una casa particular suya.
Nadie se cree que esos documentos, como los que tenía Trump, llegaron a esos lugares por casualidad. No entiendo la razón de que quieran tener esos papeles en su poder. Y menos entiendo que, si consideran que la ilegal posesión de esos informes les van a ofrecer algún tipo de ventaja, por qué no los guardan en la caja fuerte de algún banco o, al menos, en una en su casa.
En fin, es triste darse cuenta de que los dos últimos presidentes de Estados Unidos no pasan de ser unos delincuentes y unos memos. Aunque al parecer todo apunta a que en esta carrera de delincuencia y memez por ahora Trump le lleva bastante ventaja a Biden.
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