Ganó la lista de Inés Arrimadas en las elecciones internas en Ciudadanos. La jerezana finalmente venció en el agrio pulso que Edmundo Bal le echó. Mal, muy
mal. Infinitamente peor
hubiera sido que ganara Bal, claro. Pero esta guerra interna declarada por este hombre me temo que va a dejar al partido naranja en una situación de muerte clínica, a la espera únicamente de que las próximas contiendas electorales desconecten los cables.
Por cierto, que me llama la atención que Edmundo Bal diga, por un lado, la “candidatura de Arrimadas”, refiriendo se la de Guasp, “nunca” podrá “despreciar al 47% del partido” y por otro que apostó este jueves por no pensar en el 53,25% que consiguió la candidatura de Patricia Guasp en las primarias del partido ni en el 46,75% cosechado por las otras dos candidaturas, sino en el “100 del partido” y estar “unidos” en “beneficio de todos los españoles”. Dice descaradamente que quiere su parte en la tarta, pero también habla hipócritamente de unidad.
Lo mejor de todo (es un decir, claro) es es que este señor que ahora habla de el “100 del partido” y estar “unidos” en “beneficio de todos los españoles” se dedicó durante la campaña previa a insultar a Inés Arrimadas cada vez que le ponían un micrófono delante, dejando claro que para él la jerezana era lo peor que le podía pasar a Ciudadanos (mientras ella no le atacó a él en ningún momento). ¿Y ahora, después de haber literalmente matado Ciudadanos, viene con estas? Hay que tener poca vergüenza. Bueno, ninguna.
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