En estos días, estamos viviendo en España la reacción de los operadores de telefonía móvil respecto a la Ley 44/2006 de mejora de la protección de los consumidores y usuarios. Una ley que pretende dar cumplimiento a una sentencia, del 9 de septiembre de 2004, del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas que, tal y como se señala en el punto II de la exposición de motivos, indica que el Reino de España había incumplido las obligaciones que le incumben en virtud de la Directiva 93/13/CEE del Consejo, de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores. Y, en concreto, el Tribunal entiende que España no ha adaptado correctamente su Derecho interno a los artículos 5 y 6, apartado 2, de la citada directiva.
De esta manera, justo un mes después de la publicación de la ley en el Boletín Oficial del Estado, las tres compañías de telefonía móvil más fuertes de nuestro país (Movistar, Vodafone y Orange) han anunciado cambios en sus tarifas para, según ellas, "adaptarlas al nuevo marco legal". Y, da la casualidad, todas ellas han decidido, entre otras cosas, subir el coste del establecimiento de llamada (que ni siguiera existe en otros países europeos) a 0’15 €, es decir, habrá que pagar de 3 céntimos de euro más que antes, sin mencionar las diversas subidas según el tipo de contrato que se tenga.
Y, a todo esto, lo único que se le ocurre decir al Ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, es que la libre competencia entre los operadores es la que “debe definir el juego de las tarifas”, añadiendo que actuaría siempre que viera prácticas ilícitas.
Lo único cierto en todo este asunto es que el Gobierno tiene la capacidad y la obligación de velar para que la adaptación de las compañías, a la nueva ley de tarificación por segundos, no implique un acuerdo concertado de precios que encarezca la telefonía móvil a todos los españoles. Y esta necesaria capacidad la deben poner en práctica desde ya, teniendo que actuar con tutela y no una vez que el daño se haya producido, ya que, ante la más mínima sospecha de este tipo de acuerdos, el Gobierno debe actuar de manera inmediata y contundente (véase el artículo 51 de la Constitución).
Por lo que hemos podido comprobar, las empresas ya han movido ficha. Ahora le toca hacerlo al Ejecutivo, pues todavía les queda un mes para, con todos los medios que legalmente tenga a su alcance, evitar que se produzca un menoscabo de los derechos de los usuarios que, por otra parte, se han procurado defender mediante la elaboración de esta ley.
Pero, dado el lógico desconcierto que están padeciendo los usuarios, los cuales no están de acuerdo con los supuestos abusos de los operadores, desde la Red se está promoviendo organizar un acto de protesta, intentando darles un toque de atención, sugiriendo que no se utilice el móvil durante el día 1 de marzo, esto es, el mismo día que entran en vigor las nuevas tarifas.
Y, para quien desee más información a cerca de este sugerente “boicot”, añado un enlace a la página web que ha originado esta iniciativa.
Parodiando un Post de este blog "la pesadilla hecha realidad, el estado intervencionista".O sea, para frenar el abuso de las operadoras de telefonía móviles (que sin embargo tiene mucha más aceptación que la fija) probablemente provocado porque el Estado solo permite tres, este mismo Estado emite una ley con el rimbombante título de "mejora de la protección de los consumidores y usuarios" en la que fija que la medida justa justísima para cobrar una llamada de los teléfonos no es ni el minuto, ni el medio minuto, ni los diez segundos ni el milisegundo, el Estado que todo lo sabe fija que se ha de cobrar por segundos. Las operadoras obedecen y cobran por segundos, hacen sus cálculos y fijan la llamada de conexión y el segundo mucho mas caros, pero eso sí cobran por segundos, y la solución es....¡que el Estado intervenga!.
ResponderEliminarUna vez preguntasteis si erais liberales ya os lo dije entonces, confundís liberalismo con derecha, en realidad sois socialdemócratas cristianos, más conocidos como democristianos, lo cual no es ni bueno ni malo, pero es lo que sois.