Hace tiempo escuché un dicho que me parece muy cierto: "Puedes sacar a la bestia de la selva, pero nunca podrás sacar la selva de la bestia". A lo cual hay que añadir que mucha gente piensa que alimentando y mimando a la bestia, ésta nunca le hará daño. Olvida que la bestia es bestia, y al final acabará devorando al que esté cerca, la haya alimentado o no.
Lo anterior es lo que está pasando actualmente en México con el narcotráfico. Día sí y día también se puede escuchar de tragedias en las que están envueltos como víctimas los mismos mexicanos, muchos de ellos completamente inocentes. Y es que la cosa está completamente fuera de control. Las autoridades (es un decir) ya no pueden imponer el orden, y los que imponen su ley son los narcotraficantes, una ley que es cortar la cabeza (literalmente, sí) al que no está con ellos. Y lo anterior cobra un significado verdaderamente espantoso cuando hablamos de bandas de narcotraficantes rivales que demandan total lealtad, en medio de las cuales se encuentran infinidad de personas de buen vivir que no quieren participar en sus delitos, y cuyas cabezas corren el riesgo de rodar (de nuevo literalmente) por no unirse a los objetivos de ninguna de las bandas; es decir, resumiendo eso, que si apoyan a cualquiera de las bandas serán asesinados por la rival, y si no apoyan a ninguna serán víctimas de cualquiera.
El imperio del terror, palabra por palabra. Cualquier cosa que se diga, o incluso que se vea en televisión, es solamente una mínima parte de una espantosa realidad.
Personalmente lo lamento, porque conozco muchos mexicanos aquí cuyas familias están sufriendo allá a manos de estos desalmados. Pero hay una cruda realidad, y es que hace años (tal vez un par de décadas) la sociedad mexicana miraba para otro lado cuando el crimen organizado hacia suculentos negocios de la venta de la droga a Estados Unidos. Y se beneficiaba de ello. Escuelas y clínicas, por ejemplo, construidas por esos "benefactores" que dejaban caer unas pocas migajas de los muchos millones de dólares que conseguían por su negocio ilegal de vender droga a los estadounidenses, para así protegerse entre sus conciudadanos. El problema era entonces solamente de los del lado norte de la frontera. Pero ahora esos "bonachones" han dejado de serlo, y la inmensa mayoría de las víctimas mortales están al lado sur del río.
Podremos estar o no de acuerdo con el tema de legalizar el consumo y tráfico de droga, asunto sobre el que hace tiempo estaba convencido de que no, pero sobre el que ahora no tengo nada claro (tema para otro escrito); pero lo que sí tengo claro es que dar de comer a cualquier bestia que práctica la ilegalidad tiene como consecuencia futura que la mano que la alimentó será devorada por esa misma bestia. Para ejemplo, el caso de México y el narcotráfico, por desgracia.
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