miércoles, 28 de noviembre de 2018

Pone los pelos de punta la entrevista en "El País" al biólogo Lluís Montoliu sobre la modificación genética de humanos en China

Algunas frases muy rápidas.

Uno: Sintió “escalofríos”.

Dos: Se ha abierto una caja de Pandora. Es de una irresponsabilidad colosal.

Tres: El paso siguiente es una eugenesia total. Le dirán a los padres: “¿Qué desea usted?”.

Cuatro (brutal): Es algo absolutamente irresponsable. Al cabo de 20 o 30 años podrían desarrollar una enfermedad autoinmune, en la que las defensas de su organismo ataquen a sus propias células. Y los cambios en estas niñas se transmitirán a sus hijos. El impacto bioético trasciende a las niñas. Los investigadores chinos han creado una estirpe nueva de humanos, en sentido estricto.

La entrevista es muy corta, pero totalmente demoledora. Y, ojo al dato, que no está hecha en un medio precisamente conservador, sino en El País, lo que implica que no está exagerando lo más mínimo.

Lo que leo me viene a confirmar, palabra por palabra, lo que escribí ayer. La locura empezó cuando un científico intervinó por primera vez en la creación de una vida humana. Lo que vemos ahora son solamente (es un decir, claro) las consecuencias de aquello. Consecuencias que, por desgracia, mucho me temo que lo único que han hecho ha sido empezar.

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