Por definición los políticos mienten, para ocultar los problemas de sus partidos y para decirles a los votantes lo que quieren oír. Pero lo que he escuchado y leído en las dos campañas electorales en España cruza todos los límites. Las mentiras han sido completamente descaradas (por ejemplo, en cuanto a las depuraciones internas, tanto de populares como de socialistas). Pero no solo los líderes de PP y PSOE mienten descaradamente. También lo hacen los de Ciudadanos (por ejemplo, cuando hablan del pucherazo en Castilla y León), Podemos (ya he perdido la cuenta) y Vox (casi al mismo nivel de Podemos). Nunca, que yo recuerde, se había llegado a un nivel de mentiras que llega a ser grosero y que causa vergüenza ajena.
No entiendo como han podido llegar a este punto. No sé si es que toman a los votantes por tontos o es que efectivamente esos votantes están tan ideológicamente aborregados que están dispuestos a tragar con lo que sea de los suyos.
En esas condiciones para un ciudadano políticamente independiente, como me considero, se hace realmente muy difícil apoyar a un partido, por la, repito, grosera falta de verdad de los líderes. Y realmente tengo que hacer un gran esfuerzo para hacerlo en función de la ley del mal menor.
Por no hablar de la falta de principios de los líderes políticos españoles. De todos. No tienen ninguno. Lo único que hacen es electoralismo puro y duro. Ver por donde sopla el viento de la opinión pública y poner sus velas en esa dirección. Y, reitero, además con mentiras más que evidentes.
Y es que a los cinco principales líderes políticos españoles se les puede aplicar perfectamente lo de Groucho Marx. Y, además, con las groseras mentiras que pronuncian sin la menor vergüenza, se les nota de una forma que produce auténtico sonrojo.
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